La última copa de Navidad de la alcaldesa
Hace una semana que el Ayuntamiento de Pozuelo celebró la Navidad con sus empleados en el MIRA. Lejanos quedan aquellos días en que el Consistorio obsequiaba a sus trabajadores con una tradicional cesta de Navidad. Ahora, esta alcaldesa ha decidido enviar a cada trabajador una galletita de la bandera de España. Para que celebren estas fiestas por todo lo alto con su familia. Cosas del esnobismo quislantiano.
Pasado un tiempo prudencial, y la suficiente perspectiva e información que me han proporcionado los trabajadores municipales, me dispongo a realizar una reconstrucción del momento.
Para empezar diré que la comida estaba rica. El vino, malucho. El catering abundante. Algún camarero un poco paletorro, con excesivas confianzas. Pero en general, bien.
Antes de dar cuenta de las viandas, el preceptivo saludo a los trabajadores de la honorable y saliente alcaldesa Susana Pérez Quislant. Expectación. Por si sus palabras sonaban a despedida. Por si realizaba el anuncio de la vuelta a la jornada laboral de las 35 horas. Nada. Al final de su intervención su auditorio congeló la respiración. “Se me olvidaba una cosa”, afirmó, lo que llevó a todos a pensar en la reducción de 2,5 horas de trabajo. “Que avancéis hacia el fondo, donde estoy yo, que hay mucho sitio”. Decepción. Cabreo. Ardor de estómago. Y es que el fondo estaba vacío porque nadie quería estar con la alcaldesa en esta su despedida.
Ella tenía el gesto fruncido ese día. Alguna mala noticia había recibido. O no se encontraba muy a gusto entre los trabajadores municipales, algunos de los cuales se sentían acosados por ella o por sus longa manus.
Y Pérez Quislant tampoco saludó individualmente a ningún trabajador, actitud contraria a la que había mantenido otros años. Esta vez se quedó en su fondo sur, con sus dos o tres concejales de guardia pretoriana, dándole a la tortilla y al jamón. Ni saludos, ni palabras personalizadas, ni mezclarse con la plebe. Y la plebe tampoco quería saber nada de ella. Ni siquiera apariencia de buenas maneras. Así que todos en paz.
Pocos concejales corrieron de grupo en grupo para saludar a los trabajadores. Muy pocos. Se les ve hastiados de esta legislatura, y de su jefa.
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”, Georg Christoph Lichtenberg
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