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Lo curioso de ser doctor por leer una tesis

Lo curioso de ser doctor por leer una tesis

El título de doctorado es el más alto que se puede conseguir en la gradación académica. Sí, también hay catedráticos, pero el de catedrático no es un grado académico, sino la categoría más alta entre los profesores que (entre otros requisitos a cumplir) son doctores.

Un doctor, a diferencia de un máster, un graduado o cualquier otro alumno, es aquel que ha llevado su nivel de estudios más allá de los conocimientos reglados. Es decir, que no solo se ha nutrido de los conocimientos universales (de ahí lo de “universidad”), sino que ha hecho una aportación inédita para contribuir a la ciencia y con ello al mejor conocimiento del universo.


Habitualmente llamamos doctores a todos los médicos. Esta es en realidad una idea de raigambre medieval, como la propia universidad, que parte de la idea del hombre como microcosmos. Se considera (no sin razón) que cada vez que un médico se enfrenta a un caso, ponen en marcha una investigación basándose en todo lo que se conoce sobre el tema, hasta dar respuesta a la pregunta “¿Qué me pasa doctor?”.

Doctor a bordo

El mundo de los protocolos respecto a los grados académicos genera situaciones de lo más curiosas, que salpican incluso fuera del ámbito académico. Hay que reconocer que a día de hoy todas ellas están revestidas de un cierto esnobismo, al estilo de los viajes en avión cuando solo los ricos podían permitírselo. Precisamente, uno de estos se sigue sucediendo al reservar asiento en algunas aerolíneas europeas, en las que tendrás la opción de marcar la casilla de Doctor (como antes la de señor a o señorita) para anteponer el tratamiento a tu nombre.

Se podría caer en la confusión de pensar en otra pregunta manida sobre médicos y lugares cerrados (“¿Hay algún médico en la sala?”), pero no. Si el avión se cae, ni un doctor en cabina pone remedio. Simplemente es que dejar claro que se es doctor es tan importante en algunas sociedades, que sería de mala educación no dar la opción a los pasajeros que han leído la tesis, de fardar de ello en su tarjeta de embarque.

Uno puede ser doctor una, dos, tres veces…

¡Y también tiene derecho a que figure en su tarjeta las veces que haga falta! Aunque las tarjetas de contacto comienzan a verse como reliquias glamurosas del pasado, muchos doctores siguen encargando puntualmente las suyas para repartirlas. Y quién no lo haría, si además de poder presumir de doctorado, se puede redundar en ello tantas veces como se haya depositado una tesis.

Como explican en esta web esto no es nada sencillo ni barato dadas las actuales tasas universitarias. Así que una vez conseguido ¿por qué no preceder nuestro nombre de un Doctor? Y si han sido dos, Doctor Doctor, y si fueron tres Doctor Doctor Doctor. Por cierto, que si nuestro doctorado es con mención internacional o conseguido en una universidad del ámbito cultural anglosajón, seremos por defecto PhD, es decir, doctores en Filosofía, en tanto en cuanto filosofía es la palabra griega para referirse al “conocimiento verdadero”. Es decir, que consigues enterarte (al menos en teoría) de cómo funciona de verdad el mundo.

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