Pozuelo Piensa hace propuestas sobre la inmigración ante la ausencia de autoridades
>Ayer se celebró el cierre de las jornadas sobre inmigración en las que la asociación ‘Pozuelo Piensa’ ha trabajado el último mes. El evento fue inaugurado por el alcalde, Jesús Sepúlveda, el concejal de Cultura, Mario Utrilla, y el viceconsejero de Inmigración de la Comunidad de Madrid, Carlos Clemente Aguado. Hablaron del impacto que la inmigración está teniendo en el municipio, donde ya hay 8.535 extranjeros, y en la región, que cuenta con un 16% de población inmigrante. Pero estamos en campaña electoral y al acabar sus intervenviones tuvieron que dejar la sala del Espacio Cultural MIRA. A continuación, Pozuelo siguió pesando.
La idea de este encuentro era plantear las conclusiones a las que los grupos de trabajo habían llegado y escribir “una carta a los Reyes Magos”, como dijeron desde la mesa de empresa, que en este caso no son otros que los representantes políticos. Con este abanico de propuestas se quería hacer llegar los problemas detectados y sus posibles soluciones a las instituciones encargadas de mejorar la vida de los ciudadanos. Pero no pudo ser. Se superaron las lagunas del primer encuentro donde se sentaron las bases de esta reflexión sobre la inmigración sin convocar a ningún inmigrante. Esta vez había dos, pero faltaban los políticos, los únicos legitimados para llevar a la práctica las medidas propuestas.Las mesas de trabajo eran cuatro: la de educación, la de empleoo empresa, la de seguridad y la de urbanismo social. De todas ellas salieron ideas muy interesantes, como una mejor comunicación sobre las ofertas de ocio, elemento con gran poder integrador, o una mayor agilidad en los trámites burocráticos, para facilitar la contratación. También se pidió un urbanismo responsable, que dote a las viviendas de servicios públicos mínimos, así como espacios de encuentro en el casco histórico del municipio, donde se asienta la inmigración.
El mayor éxito de la jornada fue que se dio voz a los inmigrantes. Allí estaban Paul, un empresario ecuatoriano, hablando de su proyecto de equilibrar la ofetra laboral de aquí con los trabajadores de su país. O Mohamed, representante del colectivo marroquí en Pozuelo, que, asombrado de que se le escuchara, reivindicaba espacios para que las mujeres musulmanas salieran de sus soledad y formación para los hombres, que no saben leer las notas de sus hijos.
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