El reloj marcaba las 22.50 horas cuando los primeros acordes de 'My Way' comenzaron a sonar en el Auditorio El Torreón de Pozuelo de Alarcón. Tras ellos, la inconfundible voz de Paul Anka comenzó a entonar los primeros compases de 'Diana', el siguiente tema de una calurosa noche. Pero ni rastro del cantante canadiense en el azulado escenario.
El público, inmerso en la más absoluta oscuridad, desconocía dónde se encontraba uno de los últimos crooners. Hasta que un potente foco iluminó las primeras filas y allí apareció Anka, ataviado con un elegante vestido negro, camisa blanca y una corbata ligeramente desanudada. A partir de ahí la más absoluta euforia inundó a los asistentes que se afanaban en acercarse al galán canadiense, quien no paraba de estrechar las manos de todos los que le rodeaban.
Ya situado en el escenario, agradeció al público que
prácticamente llenaba el aforo del auditorio su asistencia y les invitó a acompañar con sus palmas el siguiente tema, McKnife. Siempre acompañado de su sempiterna sonrisa dio paso a uno de los abundantes momentos nostálgicos de la noche. Las pantallas que escoltaban el escenario comenzaron a proyectar imágenes de la vida del cantante. En ellas se pudo observar a un jovencísimo Paul Anka en compañía de amigos como Tom Jones, Quincey Jones, Celine Dion, Frank Sinatra o Elvis Presley, entre otros. El vídeo, en el que se podía observar el fervor que desataba Anka en sus comienzos –algo que en la noche del sábado se produjo de nuevo–, finalizó con imágenes de sus hijas, mientras el artista canadiense acompañaba cada una de las fotografías con una dulce melodía.
Dos emotivos duetos
Los avances tecnológicos también permitieron a los asistentes disfrutar de
dos duetos, uno con Sammy Davis Junior y otro con Frank Sinatra, con quien cantó la celebérrima 'My Way'.El espectáculo se extendió hasta la 00.45 horas. A lo largo del
concierto, los espectadores
disfrutaron de los temas de su último disco, Rock Swings, y de clásicos como 'Put your head on my sholder', con el que se metió al público en el bolsillo al despertar entre la multitud un sentimiento de melancolía colectiva.Los frecuentes descensos del cantante y compositor canadiense para mezclarse con la multitud sembraron la locura entre el público que se convirtió por unas horas en enfervorecidos jóvenes que idolatraban a un cantante que llevaba 40 años sin hacer una gira por España.Su retorno al escenario sirvió para que Anka abandonase su mera función de vocalista, y acompañase sus propias canciones con los acordes del piano en un comienzo. Posteriormente, continuó con la guitarra, siempre respaldado por una excelente
Big Bang compuesta de trece auténticos virtuosos.
Un cierre de lujo
Las tres últimas canciones de la noche dejaron patente la galantería del cantante canadiense. 'My Way', 'New York' y una irreconocible Twist and Shout de los Beatles fueron un excelente resumen de la noche. Una demostración de romanticismo y vitalidad en la figura de este sexagenario que demostró que, aunque su mítica Diana cumpla cincuenta años, en su corazón continúa latiendo la fuerza y la ilusión de alguien que se inicia en este mundo de la música.
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