Miguel Bosé demuestra una madurez cargada de energía
La expectación creada en torno al concierto de Miguel Bosé, la noche de ayer en el Auditorio El Torreón, ya se observaba una hora antes de que diera comienzo el espectáculo. La interminable cola en la puerta de acceso demostraba la gran acogida, especialmente entre el público femenino, de la gira Papitour en Pozuelo de Alarcón. Las entradas se habían agotado días antes y los más descuidados se afanaban por conseguir alguna localidad sobrante que les permitiese ver a su admirado Miguel Bosé.
El reloj comenzaba a aproximarse a las diez de la noche, hora prevista para el comienzo del espectáculo. En las primeras filas se apreciaban algunas pancartas dispersas que dejaban patente el fervor que Miguel Bosé despertaba entre sus vecinos. Justo cuando el segundero marcaba las diez en punto, se hizo la oscuridad en el Auditorio y los primeros acordes comenzaron a sonar, lo que despertó los primeros gritos de los asistentes. Los focos se dirigieron hacia el escenario, donde aparecieron el teclista y el batería envueltos en un tímido humo azul y morado. Pero ni rastro de Bosé.
A continuación, entraron en escena las dos chicas del coro, ataviadas con sendas corbatas, en compañía de los guitarristas y el bajista. El público comenzaba a animarse. Justo cuando la parte trasera del escenario empezaba a elevarse, apareció en el escenario su esbelta figura cubierta por una camisa negra sujeta por un cinturón, una chaqueta del mismo color y unos pantalones de idéntica tonalidad. El delirio se apoderó de los cerca de 5.000 asistentes. Su tez pálida se iluminó de repente y su atrayente sonrisa sirvió para confirmar que la noche prometía ser larga. Sin mediar palabra, comenzó a cantar el primer tema de la noche ‘Sereno'. Su siguiente canción, ‘Duende’, convirtió al público en un espejo en el que cada movimiento del artista se veía reflejado en la multitud. Sus juegos con las manos eran imitados uno por uno por el enfervorecido público.
«¡Qué suerte hacer un concierto en casa!»
No fue hasta el tercer tema, ‘Nena’, cuando Miguel Bosé, envuelto en un fondo azul con luces amarillas, sacó todo su característico repertorio de estrambóticos movimientos que los asistentes acompañaban con continuos saltos. A la conclusión del tema, cogió el micrófono para dirigirse al público, afirmando «¡qué suerte hacer un concierto en casa!» Acto seguido, agradeció a los asistentes el apoyo brindado a lo largo de estos 30 años de carrera que conmemora la gira 'Papitour'.
«Os invito a que os subáis a esta barca y disfrutéis de la travesía». Ésas fueron las palabras que sirvieron como preámbulo de ‘El hijo del Capitán Trueno’. En ese momento, Miguel Bosé inició sus gestos y poses provocativas que despertaban una y otra vez la admiración del público sin excepción.
Otro de los temas que la gente demandaba con ansia fue ‘Bambú’. Miguel lo sabía y les preguntó insistentemente «¿Qué queréis que os dé?» y ante los gritos del público respondió «Pues eso os voy a dar. Bambú». En medio de la canción, optó por despojarse de su chaqueta, lo que despertó los gritos de los asistentes, que con sus palabras demostraban que el atractivo del artista no ha decrecido a sus 51 años.
El carácter frenético de los temas del comienzo dio paso a un momento más intimista en el que comenzaron a sonar temas como ‘Teorema’ o ‘Morir de amor’. Pero el público estaba ansioso por bailar y Miguel satisfizo sus deseos cantando el mítico ‘Don Diablo’. Un tema que resumía con su letra el sentir de los pozueleros, cuando asegura que «es difícil de saciar».
Pero si con un tema Miguel se metió al público en el bolsillo, fue con ‘Te amaré’. Y no por la canción en sí, sino por la dedicatoria. «Dedicado a todos y cada uno de vosotros» fueron sus palabras, que despertaron una sonora ovación y dejaron patente el cambio de época. Algunos tímidos mecheros comenzaron a balancearse sobre las cabezas del público, pero la mayoría de los asistentes optó por sustituir el clásico objeto por las pantallas luminosas de sus teléfonos móviles.
Los grandes éxitos, para el final
Los movimientos más eróticos del cantante llegaron de la mano de ‘Morena mía’. En las pantallas del fondo, el videoclip de su disco ‘Sereno’ demostraba que los seis años que separaban la imagen de la realidad no han pasado factura para Miguel, e incluso, le han beneficiado.
Tras una breve pausa, Miguel volvió al escenario, en esta ocasión ataviado con una camisa de rayas, con un tema intimista, ‘La belleza’. El reloj pasaba de las doce de la noche y la gente demandaba con insistencia ‘Amante Bandido’. El rumor de las primeras notas animaron al público. Algo que continuó con ‘Nena’, la canción que sirvió como colofón a las cerca de dos horas y cuarto de concierto. Una vez finalizado, Miguel agradeció los vítores y ovaciones de la gente allí congregada, pero no cantó bis alguno, como la gente solicitaba. El último vestigio de Bosé fue una toalla que lanzó una de sus coristas y que la gente se afanó por conseguir.
Después de 30 años en el mundo de la música, aún se desconoce la verdadera identidad de Miguel Bosé. Algunos afirman que es un Amante Bandido, otros que su verdadera identidad es la de Don Diablo. Incluso hay quien afirma que es un Supermán o que es Como un lobo. Pero como él mismo afirma en una de sus canciones, hay algo claro. “Es mi vida. No quiero cambiar”. Y por lo que ayer se vio, sus seguidores tampoco desean que cambie porque Miguel sigue siendo un icono en el mundo de la música, pese a ser un 'Papito' a sus 51 años.
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