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Carlos Valentí logra el segundo puesto en el III Concurso Nacional de Pinchos de Valladolid

Carlos Valentí logra el segundo puesto en el III Concurso Nacional de Pinchos de Valladolid

‘Pollo de corral con aromas de campo’. No se trata del último libro de cocina de Karlos Arguiñano, sino del nombre del pincho que ha permitido al cocinero de El Puerto de Pozuelo de Alarcón, Carlos Valentí, obtener el segundo puesto en el III Concurso Nacional de Pinchos de Valladolid, dotado con un premio en metálico de 3.000 euros. El jurado valoró que se trataba de «un pincho de gran modernidad, lleno de aromas de tierra temporales que nos recuerdan a la Estación otoñal».

El chef del restaurante, situado frente a la Iglesia de Santa María de Caná, en plena Avenida de Europa, vio como Rodrigo Roza se alzaba con el trofeo, merced a su ‘guiso de langostinos con pan de oro y ensalada de aromas’. Un galardón que, aparte de reportarle 6.000 euros en metálico, acompaña a otros dos logrados en el Concurso de Pinchos y Tapas de Oviedo, además del premio de la Crítica 2005 del Colegio de Críticos Gastronómicos de Asturias. 

El regente de la ovetense Taberna del Zurdo apuntó, tras conocer el veredicto del jurado, que con el pincho el comensal encontrará «un cachín de Asturias». Además, desveló una de las claves para lograr el galardón. «Una de las bases del concurso era el sabor y en eso nos centramos a la hora de elaborar este pincho», apuntó. 


Hamburguesa de pulpo
El tercer premio recayó en los fogones de Jorge García Fernández, del Mesón Alberto de Lugo. Su ‘hamburguesa de pulpo, pan de marisco, patatas falsas y ketchup de Galicia’ conquistó al jurado, quien a su vez, concedió por unanimidad tres accésit para distinguir varios aspectos de las cerca de 80 creaciones presentadas a lo largo de las tres sesiones de que ha constado el certamen. 

La entrega de premios, celebrada el pasado 17 de octubre, sirvió para que la I Asamblea Internacional de la Tapa estableciera las siete reglas de estas pequeñas delicias en la denominada Declaración de Valladolid. Es española y universal, se trata de un estilo de vida, de una idea, algo que experimenta evoluciones, fruto de producto y método, es gastronomía, infinita, puesto que «todo está por hacer» aparecen como sus siete reglas de oro. Como el propio manifiesto concluye «la tapa es futuro».


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