Comunistas indignados
Se aproxima la llegada del Papa a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud y el habitual conjunto de grupúsculos sectarios ya está tratando de torpedear la visita; entre ellos están los comunistas indignados. Queda así a la vista que forman parte del entramado de extorsión y chantaje del socialismo de siempre que los utiliza, en beneficio de un poder oculto tras su algarabía, según las necesidades subversivas del momento, sea como sindicalistas, huelguistas, terroristas, feministas, gais, laicistas, ateos, etc. Poco importa a ese poder mafioso que haya un millón y medio de pacíficos y felices peregrinos; trata de ocultarlo dando protagonismo informativo a esos grupúsculos agresivos.
Son las catervas de siempre: cuatro feministas histéricas, cuatro gais coléricos, cuatro ateos radicícolas de lo público, algún sindicalista saboteador, alguna “monja” loca por salir en la tele, etc., pero es llamativo el caso de los “indignados” porque se quitan la careta de socialistas y comunistas marginales, rastreramente lacayos del poder sin rostro cuyos beneficios y acción nunca cuestionan; de “antisistemas” que favorecen la consolidación de la mafia que los dirige contra a las instituciones sociales que parasitan; de comunistas que, cambiando de nombre, no se hacen cargo de los más de cien millones de personas que han exterminado sus correligionarios.
Son unos tipos que quizá lo único que sepan hacer es comprar porros, El País o Público, y chutarse en sendos casos sin importarles lo que haya que pagar por ello ni dónde van los beneficios de ese tráfico que nunca denuncian como especulativo ni esclavista. Tienen todos los grados académicos que regala el sistema educativo de la democracia socialista pero muy escaso desarrollo intelectual y ninguna capacidad de montar una empresa modesta, como un puesto de pipas, con la que prestar un servicio a algún necesitado; pese a lo cual quieren reorganizar la economía mundial. Pretenden recibir bienes y servicios como casas, coches, vestidos, alimentos, medicamentos, etc. que produce el sistema que combaten a cambio de su producción de piojos, pulgas, ratas, liendres, etc. sin percatarse de la asimetría de ese intercambio.
Todo su protagonismo sirve para consolidar los poderes que han arruinado económica y moralmente a España y a Occidente; de hecho se lo dan sus medios de comunicación, bolcheviques, hostiles a lo que el Papa representa. Para ello sólo necesitan aprovecharse del cabreo de su incompetencia, de su inutilidad, de su incapacidad productiva, de la frustración humana de individuos cuyo sometimiento a esos poderes les impide una adecuada personalización. Lo aprovecha el mismo poder y de la misma manera que el guirigay chusco donde el aparente disfrute, pagado a precio de oro, que al frustrar la personalidad viril consolida la gaicracia.
Dicen que representan a mucha gente pero no concurren a las elecciones para comprobarlo; restarían votos de secuaces del socialismo oficial, más serviles con esos poderes ocultos cuya política mundial parecen querer dirigir sin percatarse de que están reforzando al poder ruinoso para la civilización y la cultura que los utiliza contra el Papa.
Nos podemos reír de ellos por parecer simples iluminados, pero son peligrosos. No como individuos, sino como agentes instintivos del poder que no da la cara pero se lleva la plusvalía de la extorsión de esos pocos descerebrados que, en su ofuscación, sólo son capaces de destruir sin producir nada; que, en vez de dialogar, amenazan que, en vez de respetar, toleran. Condescendientes con los socialistas que han hundido a España, serán más combativos con el nuevo gobierno, según estamos viendo en Londres. De alguna manera hay que hacer frente a la glaciación cultural y económica del socialismo que se cierne sobre Occidente por la acción subversiva de estos agitadores antes de que sea demasiado tarde.
Juan Antonio Martínez Muñoz, profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Este diario no asume como propias las opiniones difundidas a través de las colaboraciones y cartas al director que publica.
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