Los Madrazo, el gusto por el arte heredado
José de Madrazo fue el hombre que inició esta estirpe de grandes artistas, cuyas obras se pueden visitar en Pozuelo.
El arte es evolución y en pleno Siglo XIX varios movimientos fueron sucediéndose de manera muy rápida. España vivía un dinamismo social que no podía dejar indiferente al mundo de las artes.
Los pintores de esta época estaban comprometidos con lo que iba pasando ante sus ojos, sobre todo en los primeros 50 años, cuando los impulsos políticos y estéticos fueron más notables en el panorama español. En este contexto se forjó la más importante dinastía española de pintores, una dinastía en la que el afán por el arte se sucedía a través de sus generaciones: los Madrazo. Los integrantes de esta familia dominaron la pintura española de este siglo, siendo testigos de los pasos de Isabel II, la Primera República o la Restauración.
José de Madrazo, el inicio
José de Madrazo fue el hombre que inició esta estirpe de grandes artistas. Comenzó sus estudios en la Real Academiade Bellas Artes de San Fernando, un lugar al que sus hijos y nietos volverían en su momento. París se convirtió en un territorio fetiche para la familia, y el patriarca viajó a la capital de Francia donde contactó con el pintor Jacques-Louis David, un hombre que le sirvió de inspiración y que tomó como referente para, posteriormente, introducir el neoclasicismo en España. La historia y el patriotismo caminaban de la mano con la teatralidad en sus obras. 'La muerte de Viriato' sería el cuadro con el que inició ese gusto por la temática histórica imponente a lo largo de todo el siglo y de manera puntual en toda la familia Madrazo.
Sin embargo, estas dos ramas no serían las únicas en las que se basaría a lo largo de su vida, y un hecho político le inició también en otro ámbito pictórico: los retratos, el gran género de la dinastía. A principios del siglo XIX, la invasión francesa en España llevó a José Bonaparte al poder gracias a su hermano Napoleón. En ese momento, José de Madrazo se encontraba en Roma y la ausencia de fidelidad ante el nuevo rey le llevó a su arresto. Con el fin de subsistir, el pintor español debió realizar una gran diversidad de retratos y fue una manera de demostrar la maestría en el dominio del dibujo y de acercarse al romanticismo, dejando más de lado su estilo clásico.
Durante su etapa en tierras italianas se casó con Isabel Kuntz, hija del pintor Tadeo Kuntz, con la que tendría varios hijos que seguirían con el arte a su lado como los pintores Luis y Federico de Madrazo, Pedro, un alto funcionario, historiador y crítico de arte que redactó el primer catálogo del Museo del Prado, y el arquitecto Juan de Madrazo. Ellos tampoco pudieron evitar ser captados a través del pincel de su padre como haría en el cuadro 'Pedro y Luis de Madrazo, niños'. En 1819 volvió a España, momento en el que fue nombrado pintor de cámara de Fernando VII, gracias a la influencia de Carlos IV y María Luisa, reyes que habían sido exiliados por Napoleón y a los que conoció en Roma.
El 8 de mayo de 1859 José de Madrazo moría en Madrid, pero en su dinastía el arte continuaría gracias a dos de sus hijos a los que enseñó la profesión previamente a su fallecimiento.
Federico y Luis de Madrazo continúan el legado
Cuarenta y cuatro años antes, en 1815 nacía su primogénito en Roma, Federico de Madrazo, que desde muy pequeño siguió los pasos de su padre y se convirtió en su discípulo con una gran carrera como pintor de historia y retratista romántico, hasta ser el mejor de su época captando a la nobleza y la burguesía española. La influencia neoclasicista de José de Madrazo se hizo notar en su primer cuadro de historia 'Iris excita a Aquiles al rescatar el cuerpo de Patroclo'. Con 17 años también viajó a París y con la ayuda del pintor Ingres, amigo de su padre, el estilo romántico le empezó a caracterizar para no abandonarle. Al igual que el patriarca, también consiguió convertirse en director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1866 por unanimidad y del Museo del Prado desde 1860, un puesto que dejó ocho años después con la revolución La Gloriosa y que volvió a ocupar en 1881.
El ansía por el retrato siguió en las manos de Federico de Madrazo hasta el punto de convertirse en el retratista oficial de la época de Isabel II. Lo sencillo y natural fueron los rasgos básicos de cualquier persona que posara ante sus ojos. El Duque de Osuna a caballo posó para el artista como otros tantos cargos oficiales, pero no olvidó el gusto por los retratos femeninos como la Condesa de Vilches y los infantiles como 'La condesita de París con su perro'.
Diez años después del nacimiento de Federico de Madrazo, llegó al mundo su hermano Luis, un pintor de temas históricos, religiosos como 'Éxtasis de San Francisco de Asís', y gran retratista de personas de ámbito oficial y nobleza con ansias por verse plasmados en un tapiz. Sus cuadros mostraban una estética nazarena, con colores nítidos y las líneas puras. Comenzó de la mano de su padre a impregnarse por el arte en su estudio, pero una vez más, y antes de la muerte de éste, viajó a Roma, París, Austria, Nápoles, hasta que en 1854 volvió a España. Con el fallecimiento de José de Madrazo cinco años después, decidió cuidar de su colección. El 9 de febrero de 1897 Luis murió y en la historia quedó grabada la sensación de una carrera que nunca despegó del todo por 'culpa' de la maestría de su hermano, que siempre consiguió llevarse todos los reconocimientos.
Impresionismo, la tercera generación
La tercera generación de artistas Madrazo estuvo marcada por los hijos de Federico, que fueron grandes representantes del movimiento impresionista. Raimundo nació en Roma en 1841 cuando el patriarca aún vivía, hecho que le permitió aprender el arte de su padre y de su abuelo. Su estancia en París a partir de 1862 le hizo obtener una gran fama en la capital francesa, sobre todo gracias a los retratos de la aristocracia. Sin embargo, el cuadro de costumbres también fue muy cultivado a lo largo de su vida. En la última década del siglo XIX viajó a Estados Unidos y Argentina, dos lugares en los que se mostró el apoyo internacional que recibió fuera de las fronteras españolas.
En 1852 nació Ricardo, el segundo hijo de Federico de Madrazo, pintor especializado en los paisajes, los temas orientales y el género de la familia, el retrato. Su vida estuvo marcada por el pintor catalán Mario Fortuny, cuñado de ambos hermanos, con el que vivió a partir de 1869 en París, trabajando en su estudio. Con él viajó a Marruecos y Roma, pero su muerte inesperada en 1874, obligó a Ricardo a hacerse cargo de su estudio, de su catalogación y de la subasta de su obra. Tras los viajes a París y Madrid, en 1855 se estableció en la capital, hasta que murió en 1917, tres años antes del fallecimiento de su hermano Raimundo en Versalles.
La exposición en Pozuelo de Alarcón
A lo largo de la vida de los Madrazo, padre, hijos y nietos expusieron en grandes lugares del mundo como el Palacio de España de Roma, la exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, la Exposición Universal de Chicago o la Exposición Universal de París.
Ahora la pintura de estos cinco artistas llega a Pozuelo de Alarcón a través de 38 obras, la mayoría retratos, que están desde el pasado miércoles 6 de marzo hasta el 29 de mayo en el Espacio Cultural Mira del municipio.
Una nueva forma de adentrarnos en esta dinastía de artistas que también sentían la necesidad de pintarse unos a otros como hizo Federico de Madrazo en 1858 cuando inmortalizó a su hermano Luis a través del color, y que más tarde el retratado haría lo mismo con el retratista en la creación 'Federico de Madrazo Kuntz leyendo y florero'. Una vida familiar que sale a la luz a través de sus cuadros.
Más información
Escribir un comentario