La desidia se ha apoderado de la casa consistorial
Nos envía un lector habitual, y a la sazón concejal socialista en Pozuelo, una foto. De un ascensor averiado. Hasta ahí todo normal, las cosas se estropean y hay que arreglarlas. El problema viene cuando no se arreglan en tiempo y forma, como es este caso.
El ascensor lleva con un cartel de "averiado" más de un mes. Un lector de este periódico, trabajador de la casa desde hace muchos años, se pregunta indignado: ¿No tienen servicio de mantenimiento? ¿Nadie lo comunica? ¿No lo ven las concejalas, la corte y la alcaldesa el otro día al inagurar la exposición? ¿O el mes pasado con la otra exposición?
Voy a intentar responder al amable lector hasta donde yo sé: la alcaldesa está ya de salida. Desde septiembre apenas aparece por la casa consistorial.
Eso es uno de los motivos por los que hizo instalar una doble puerta después del ascensor, para que nadie vea si entra o si sale o si viene o va.
Según me cuentan las fuentes bien informadas que tengo, la señora alcaldesa Quislant lleva ya desde el inicio del presente curso dando la batalla por perdida. Yo creo que desde hace meses sabía perfectamente que Ayuso no iba a contar con ella. Tampoco hacía falta ser un lince: tiene una fama bien merecida de trabajar poco y quejarse mucho, y si a eso le sumamos su mal carácter y la cantidad de enemigos que se ha granjeado dentro y fuera del ayuntamiento el cóctel resultante es explosivo. O sea, que mejor se queda en su casa. Y eso es lo que hizo precisamente ayer: cancelar a última hora el acto del cambio de nombre de la piscina de El Torreón por el del nadador Carlos Martínez... ¡dejándolo plantado, a él y a su familia, sin ningún rubor!.
En definitiva, hasta que tome posesión el nuevo alcalde prepárense para un recital de pasotismo y dejadez. Total, para lo que le queda en el convento…
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