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Pase lo que pase

 

Es hora de abrir. Aquí estoy. Sigo adelante. No quiero que digan que soy un cobarde. Ni tampoco que piensen que me he vuelto mudo de pensamiento. Es tiempo de acción. No de quedarse en casa. Me acuerdo de Tolstói y de la célebre frase que anotó en su diario antes de morir y que no logró terminar: «Haz lo que debas, pase lo que pase». Seguiré pues escribiendo para los que distinguen la realidad de la ideología. También, para los que no confunden la verdad con la teología. No soy un cura preconciliar, luego no escribiré para convencer a nadie. Sólo diré lo que pienso. Con modestia, pero con la esperanza de serle útil a alguien. Coincido con Orwell: «Libertad significa decirle a la gente lo que no quiere oír».


Agradezco el apoyo, pero, muchachos, no nos pongamos olímpicos con este asunto. Yo no lo hago. Hace mil años, durante una discusión en las Cortes, un diputado recibió una bofetada de manos de un miembro de la oposición. Dirigiéndose hacia sus correligionarios gritó: «Señores, la República acaba de recibir una bofetada». A lo que la Cámara, con gran clarividencia y sentido común, contestó unánime: «Pues ahí nos las den todas». Así que lo último que yo haría ahora sería gritar aquí: «El periodismo independiente ha sido abofeteado». No sólo sería una exageración. Honestamente, no sería verdad.

Los comentarios depositados en Diario de Pozuelo han sido muy generosos. Seguramente tanto como inmerecidos. Tal vez decepcione a los que me han apoyado, pero creo que quienes me culpan de lo ocurrido tienen razón. Ya recomendé en su día a los que buscaban desacreditarme que antes de hacerlo se lo pensarán dos veces. Encontrarían el doble de motivos. Aunque soy consciente de que el andamiaje intelectual de algunos de mis enemigos no dice mucho en mi favor. Obviamente, en el de ellos, tampoco.

A mí me pasa lo contrario que a los políticos que no pueden soportar las críticas. Y mucho menos cuando son justas. Las críticas me hacen sentir bien. Lo peor es la indiferencia. Siempre he creído que la única manera de sentirse vivo realmente es nadando contracorriente. He sacado, en fin, muchas enseñanzas de estos cinco meses en Diario de Pozuelo. Primero, no hay enemigo pequeño. Segundo, los pichones pueden terminar disparando a las escopetas. Tercero, pueden hacerlo con acierto. Moraleja: hay que tener mucho cuidado ahí fuera. Más todavía.

Desde los cuarteles de invierno, queda inaugurado este blog. Seguiremos informando. Buenos días y buena semana, amigos.

Notas al margen


 

1. El pavo resultó ser el concejal de Hacienda. Me explico. Les conté recientemente el chiste del pavo para ilustrar mi convencimiento de cómo el concejal de Deportes del Ayuntamiento de Pozuelo, Ignacio Costa, acabaría por emplumarle a otro las responsabilidades de sus desastres. Así ha sido. La culpa de la suspensión de los bonos para la práctica de tenis y pádel en el Valle de las Cañas la tuvo, según esta cabeza privilegiada, su colega de Hacienda. Con dos cojones. La buena noticia es que la queja ha tenido efecto y ya vuelve a haber bonos.

2. Sin embargo, Ignacio Costa aún no ha conseguido explicar las razones por las que el nuevo polideportivo sigue siendo utilizado exclusivamente por el Real Madrid y no por los vecinos. Pero hay más. Se dijo en su momento que este equipo sólo utilizaría la cancha del polideportivo. Falso. Lo ha dicho el entrenador de baloncesto Ettore Messina: «En Pozuelo, donde ahora nos entrenamos, tenemos nuestra casa todos los equipos de la sección, tenemos nuestras oficinas, tenemos todo».

jacobodemaria2@gmail.com


Este diario no asume como propias las opiniones difundidas a través de las colaboraciones y cartas al director que publica.

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