Hacer más con menos

No salgo de mi asombro. Después de tantos años viviendo en Pozuelo y de andar siempre a palos con nuestra administración local por decenas de razones de toda índole (desde la personal de nuestros políticos a la económica de sus decisiones), estoy preocupado porque, en estos días, no consigo encontrar motivos para la leña. Y eso es algo que no acabo de llevar bien. Y no debe pasarme a mí solamente. Veo, incluso, que El Avispa, mi compañero de página, va a tener que cerrar su brillante sección sobre lo que Sube y Baja en Pozuelo porque, de un tiempo a esta parte, no hace más que Subir.

Y no es normal, en la crítica política, sólo tener motivos para la alabanza. Pero debo reconocer, aunque me cueste, que en el Ayuntamiento de Pozuelo se empiezan a hacer las cosas bien después de no sé cuantos años de torpezas y dispendios caprichosos. Y lo curioso es que todo parte de una idea motriz sencillísima: "No vamos a gastar ni un solo euro más de lo que ingresamos". Así de fácil y así de sencillo.

Al parecer, por primera vez en su historia, el Ayuntamiento va a funcionar, económicamente, como si fuese una familia y no se va a gastar ni un euro más de lo que ingrese. No porque lo diga la ley sino porque lo dice el sentido común. Y hablo del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, nada más y nada menos. El mismo Ayuntamiento que, no hace mucho, se permitía el lujo de ir a comprar un árbol a Bruselas por 80 kilos de las antiguas pesetas, según me dijeron. Árbol, por cierto, que está como el elefante de la foto del Rey, aunque hay quien asegura, piadosamente, que se le ve algún brote verde.

¿Qué está pasando aquí?

No lo sé. Pero puede que todo se deba a que, en el Consistorio, manda una mujer. Porque lo cierto es que, según me cuentan y gracias a esa sencilla y familiar idea, el presupuesto de 2011 se cerró con un superávit de más de 4 millones de euros (una pasta) y se ha conseguido reducir la deuda municipal en más de 7 millones de euros por lo que no ha tenido que acogerse al Plan de Saneamiento del Gobierno central.

Todo ello, me siguen contando y no paran, ha sido posible con iniciativas como el plan de ahorro puesto en marcha al comienzo de la legislatura, los nuevos criterios de contratación y la renegociación de los contratos vigentes. Como hace cualquier mujer en su casa.

Pero cuando intenté buscarle las vueltas diciendo que solo con medidas de ahorro no se conseguía salir de la crisis, me encontré con la liberalización de horarios de las terrazas y la eliminación de trabas para abrirlas. Ya sé que es algo anecdótico y que, a simple vista, parece una tontería pero una cosa tan sencilla hará que se dinamice algo el sector servicios del pueblo, sector que lo necesita tanto como que los pozueleros se puedan tomar una copita al relente de la noche en una terracita de cualquier calle.

También es cierto que la vieja ordenanza, preventiva de catarros y buenas costumbres que obligaba a cerrarlas a las ocho de la tarde, era absurda pero no es menos cierto que había que cambiarla y no saltársela o hacer la vista gorda.

Pero si importante es ampliar el horario de las terrazas, más importante aún es la eliminación de las trabas administrativas que se ponían para abrirlas porque, hasta ahora, querer abrir una terraza en Pozuelo era un poema del Siglo XIX.

Termino el artículo buscando el termómetro porque debo tener fiebre. Nunca en mi larga vida había tenido que escribir un texto laudatorio de un Ayuntamiento. Pero reconozco que, hoy, no encuentro manera de meterle mano al de Pozuelo. Que no se repita.

La Piraña del Meaques