El tarifazo y la demagogia
Anda el PSOE estos días protestando por todo. Incluso, Rubalcaba, anda despendolado cuando el líder socialista es el menos indicado para ello. Se llevan las manos a la cabeza, se rasgan las vestiduras y hacen gestos de disconformidad con las reformas que está llevando a cabo el Gobierno de Rajoy. Todo les parece mal. Todo. Como si ellos llevasen años fuera del Gobierno de España. Olvidando que ellos fueron los causantes de esta ruina. Y, claro, cuando no se tienen argumentos políticos se cae en la demagogia. Un discurso, por cierto, muy propio de la izquierda española. Y el ejemplo más claro de lo que digo es el mal llamado “tarifazo” en el transporte público de Madrid.
El transporte público de Madrid es, sin duda, uno de los mejores de Europa en calidad y uno de los más baratos en precio. Los madrileños estamos acostumbrado a lo mejor y queremos lo mejor. A lo que cueste. Y que lo pague el Estado o quien tenga que pagarlo.
Pero eso era antes. El Estado ya no puede poner más y el resto de organismos que contribuyen a que tenga esa fantástica relación calidad-precio-servicio tampoco pueden poner más. No hay. Y de donde no hay no se puede sacar. Pero, ay amigo, cuando los responsables de los transportes públicos de Madrid piden que el usuario haga un pequeño esfuerzo y ponga algo más para mantener esa relación, viene la izquierda española y dice que naranjas de la china. Nanay. Que esa subida daña a los trabajadores.
El gasóleo ha subido casi un 17 por ciento, un 7,5 la electricidad y el Gobierno central ha llevado a cabo un recorte de un 25% del presupuesto en el dinero que le corresponde a la Comunidad de Madrid. Sí, además, en el último año el número de viajeros ha disminuido considerablemente como consecuencia de la crisis y el paro, parece lógico que esos responsables quieran que los usuarios ayuden al sostenimiento del transporte.
Sobretodo si pensamos que el usuario del transporte público en Madrid, únicamente, sufraga de forma directa (vía pago del billete) el 40% del coste final del viaje que realiza, ya que el 60% restante está subvencionado con el presupuesto de las entidades que forman el Consorcio de ese transporte público, ya que lo mínimo que se busca es que el usuario pague, al menos, un 50 por ciento del coste del billete.
Y no estoy diciendo una barbaridad. El viajero actual paga, en realidad, el 52% del viaje en la EMT, el 34% de lo que cuesta un trayecto de Metro y el 39% si adquiere un metrobús. Pero las estadísticas indican que los madrileños, con la compra del billete, cada vez han sufragado menos ese coste de explotación del transporte, ya que en 1987 -año en el que se creó el abono transporte-, el pago del ticket cubría el 85% del coste real en la EMT y el 51% del Metro.
Pero hay más. Mantener el Metro actual es totalmente inviable, incluso, con esta subida del 11%. De hecho, las tarifas deberían subir alrededor del 125% para que el usuario cubriera todos los costes del servicio.
Lo demás es estrategia política de la izquierda para conseguir el poder, apelando a prejuicios, emociones, miedos y tergiversaciones.
Olivo Cortés
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