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Aguirre o la defensa de la Libertad

 

La dimisión de Esperanza Aguirre está siendo uno de los referentes informativos de los últimos días. No sorprendo a nadie si afirmo que, por lo general, Aguirre ha sido y sigue siendo un personaje poco querido por las fuerzas políticas periféricas existentes en España, es decir, los separatismos. Para unos, ha sido una decidida defensora de la recuperación por parte del Estado de ciertas competencias cedidas a las autonomías. O sea, enemiga del descontrol autonómico. Para otros, ha representado el principal baluarte del liberalismo político, cuyas medidas han favorecido que la Comunidad de Madrid sea hoy una de las regiones más prósperas del país. Lo que erronea y despectivamente denominan una "neoliberal", vamos. Y, para pocos, ha demostrado que existen otras formas de hacer política, asentadas y firmes sobre valores ideológicos y no sobre el oportunismo. Lo que ha dejado al descubierto a no pocos émulos de Maquiavelo subidos al carro de la política nacional.

Pero hay un elemento más que ha convertido a Aguirre en uno de los mayores enemigos de los separatismos periféricos: su defensa de la Libertad. En el cuerpo ideológico de los separatismos catalán y vasco, el elemento de la hipotética libertad que merecen la Vasconia peninsular y el Principado de Cataluña ha sido uno de los principales asertos. El que Esperanza Aguirre haya hecho en su trayectoria la defensa de la Libertad, entendiendo a esta como la igualdad de los españoles y a España como el elemento que nos garantiza precisamente el poder ser libres frente al totalitarismo localista inoculada en antaño españolísimas regiones. Por traer esta esperanza de Libertad, los separadores han odiado a Aguirre.


Es por esta cuestión por la que los separatistas odian y temen a Esperanza Aguirre. Les ha quitado una bandera política usurpada y la ha devuelto a quien debe pertenecer: a los españoles. Y por eso, los que amamos a España, a la Libertad y a la defensa de las libertades individuales estamos agradecidos a Esperanza Aguirre. Desde estas líneas, nuestro más sentido cariño y mejores deseos para su nueva etapa personal. Nos deja huérfanos en cuanto a referentes políticos pero seguro habrá quien recoja su testigo.


J. M. Aizpurua

*Este diario no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores ni de las de las cartas al director.

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