Ana Botella como excusa
A Ana Botella no le perdonan que sea la mujer de José María Aznar, con todo lo que ello lleva consigo, ni que sea alcaldesa de Madrid sin haber sido elegida los ciudadanos. Incluso, dentro del PP. Pareciera que todo el mundo estaba esperando a que se equivocara para lanzarse sobre ella.
Y es que haberse equivocado en su gestión de la tragedia del Madrid Arena ha servido para ponerla en el disparadero y para que, de paso, salgan a la luz algunos problemas internos de los partidos.
La alcaldesa, por su parte, no entiende las críticas de falta de sensibilidad que le hacen por haber viajado a un hotel de lujo de Portugal horas después del suceso que causó a muerte a cuatro jóvenes madrileñas en un concierto, cuando ella asegura que estuvo siempre pendiente del tema y que no podía hacer otra cosa más que ordenar que se investigase el suceso. Pero la política dentro de los partidos es demasiado fría y cruel para entender nada y Botella se ha convertido en la excusa perfecta para ajustar con ella algunos temas personales y algunas cuentas pendientes dentro de los propios partidos.
Por un lado, ha sido una especie de aire fresco para la oposición. Sobre todo para el PSOE e Izquierda Unida que han encontrado parte de la solución a sus problemas internos atacando a una alcaldesa débil.
Para el partido socialista de Madrid, la caída es desgracia de Botella es una especie de bendición para intentar levantar cabeza. Y aunque Tomás Gómez está como loco por participar en ella, el tema significa una oportunidad única para un rubalcabista Lissavetzki que lleva toda la legislatura haciendo el ridículo en el Consistorio madrileño.
Para IU, por su parte, los errores de Ana Botella significan un soplo de aire fresco para Ángel Pérez de cara a la próxima asamblea regional en donde, al menos, hay tres corrientes luchando por su control: Gregorio Gordo, Ángel Pérez y los partidarios de Llamazares que, incluso, han creado su propio partido.
Y, por otro lado, está el PP. El caso Botella ha puesto de manifiesto que en el PP de Madrid empieza a haber demasiados gallos en el mismo corral, tras la dimisión de Esperanza. El PP de Madrid cuenta ahora con la propia Aguirre, con Cristina Cifuentes, con el presidente González y con la misma Botella luchando por el poder en el partido. Y esta parece que es una ocasión propicia para dejar fuera a la alcaldesa de Madrid. De hecho, la entrada en escena de Esperanza Aguirre pidiendo llegar hasta las últimas consecuencias en la investigación no ha servido más que para echar más leña al fuego.
La guerra interna es ya tan fuerte que me cuentan que la alcaldesa de Madrid, en respuesta a Aguirre, y en una visita al hospital Universitario de la Princesa de Madrid, ha aprovechado la ocasión para firmar, junto a su yerno, Alejandro Agag, la petición que le presentaron los trabajadores para que no se cierre ese centro. Decisión tomada por el propio Ignacio González y defendida por la propia expresidenta.
En definitiva, que una tragedia, una vez más, está sirviendo políticamente de excusa a la clase política para sus ajustes internos. Una pena.
Antonio L. Rodríguez
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