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Telemadrid y la caducidad sindical

Telemadrid y la caducidad sindical

Los sindicatos de Telemadrid, como los de todas las televisiones públicas, se creen intocables. Los señoritos del cortijo. Las vacas sagradas. Los únicos que saben. Sobre todo cuando la responsabilidad de esas televisiones recae en directivos elegidos por democráticos gobiernos que no son de izquierdas. Lo que demuestra que son poco profesionales. Es más, desde hace muchos años, en la Comunidad de Madrid, se han creído que eran la propia oposición política.


Ahora, esta tropa sindical, en esa acción política de oposición, quiere cargarse los programas informativos de Telemadrid para que, en ellos, no se cuente el cutrerío de la izquierda. Incluso, su propia violencia sindical. Porque violencia es impedir por la fuerza un derecho constitucional como es el de informar y ser informado.

Pero 'nihil violentum durabile' (nada que es violento es duradero), que decían los clásico. Por eso, tras la machada de los caducos sindicatos UGT y CGT de mantener la pantalla de Telemadrid en negro, cada vez que le da la gana, creo que ha llegado el momento de que no emita más. Se acabó. Se acabó el abuso y la salvajada de unos sindicatos casposos y antisistemas. Porque no hay una actitud más cerril y antisistema que la de atentar contra el derecho fundamental de informar. Por eso, si yo fuera Director General de RTVM cerraría Telemadrid e intentaría que se acortasen al máximo los plazos del ERE y de la propia venta de la cadena.

En esa casa ya es imposible hacer nada más allá del capricho caciquil sindical porque todo está demasiado viciado y cuesta mucho dinero mantenerla en pie. Perero, además, será edificante ver la gallardía que tienen estos sindicalistas, que se creen machos alfa de los medios de comunicación, cuando se tengan que enfrentar a situaciones menos favorables para su chulesca forma de actuar. Porque, posiblemente, ya se les haya olvidado lo que es redactar una noticia o cómo funciona un control de emisión.

Pero el colmo del pensamiento antidemocrático de esta gente fue el intento de asalto a la Asamblea de Madrid, donde están los representantes del pueblo de Madrid. Algo, por cierto, penado en el Artículo 494 del Código Penal con pena de prisión de seis meses a un año. Y es que el texto dice señala a 'los que promuevan, dirijan o presidan manifestaciones ante el Congreso, el Senado o una Asamblea Legislativa de Comunidad Autónoma, cuando estén reunidos, alterando su normal funcionamiento'. Lo de Tomás Gómez apoyándoles fue de aurora boreal. Un esperpento.

Lo más paradójico de la situación es que, después de destrozar la cadena con su intransigencia, ahora se quejan de que haya un ERE.

¿Qué esperaban? ¿Qué creían? ¿Qué seguirían viviendo del cuento y haciendo ilegítima oposición política?
Parece mentira que estos caducos sindicatos no aprendan de lo que está sucediendo, por ejemplo, en el sector del automóvil, en donde los sindicatos han entendido los tiempos nuevos y están salvando sus puestos de trabajo.


José María Bravo

*Este diario no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores ni de las de las cartas al director.

 

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