Pablo Gil y la obra necesaria en la confluencia del cementerio
En esta ocasión quiero dar un sonoro aplauso a los gestores municipales. Al de Obras, Pablo Gil. Porque va a corregir un punto negro de Pozuelo, como es el acceso al tanatorio y cementerio. Años llevamos sufriendo lo que ya fue una mala planificación municipal de inicio. Y ahora emplazarán una rotonda, por fin.
Indudablemente, todos los cementerios tienen momentos puntuales de apretón, de confluencia de personas. Y tenían que haber previsto que se concentrarían muchos vehículos en la puerta, quedándose desconcertados sin saber dónde aparcar. Porque, una vez en el cementerio, te das cuenta de que allí no hay aparcamiento, pero tampoco hay sitio para dar la vuelta. Ya supondrás, amigo lector, el carajal que se monta en el lugar. Súmale si quieres el paso de los autobuses urbanos que deben invadir los dos carriles para dar la curva. Eso si no has tenido la experiencia de sufrirlo por motivos luctuosos, o porque hayas circulado hacia el Valle de las Cañas, pues se trata de una vía imprescindible que comunica Pozuelo con esta importante ciudad deportiva.
Era imprescindible una rotonda, justo en la confluencia del Camino de Alcorcón y la Avenida de Juan Antonio Samaranch Torelló. Muy necesario también un aparcamiento, a pesar del cercano que está frente a Schoenstatt.
Escribir un comentario