Una placa para Don José Manuel, que se marchó tan discreto como siempre
El artículo de hoy sí que va en serio. El Ayuntamiento le ha dedicado una plaza. Es el único que -de verdad- se merece entrar en el callejero de Pozuelo, de todos los que he propuesto, alguno de los cuales en tono de absoluta ironía.
Es Don José Manuel, el cura que estuvo en Pozuelo 47 años, en la iglesia del pueblo, la de toda la vida, la de la Asunción de Nuestra Señora. Y el Ayuntamiento ha querido reconocérselo porque, aquí, Don José Manuel ha sido -y es- una persona muy querida.
Las personas que dejan huella destacan por haberse dado a los demás. El resto pasa sin pena ni gloria. Pero la generosidad, el olvido de si, el rechazo de la vanagloria humana, tiene premio. Es permanecer para siempre en el alma de aquellos a los que te has entregado. Y cuando el que permanece en tu alma es un servidor de Dios, Éste también está dentro de ti.
Descanse el paz este sacerdote querido, y que la plaza y la placa que han colocado en su honor nos haga recordar la bondad que alberga una vida entregada a los demás.
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