Réquiem político por Yolanda y Juan Carlos: tanto monta, monta tanto...

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

Ayssss, Yolanda Estrada. Cayó en desgracia. Lo mismo que su novio, que tanto apostó por ella, al que ha arrastrado a las profundidades del Senado. Juan Carlos Vera ha pasado de fontanero reputado a candidato a senador ninguneado. Quizá ni salga elegido en la cámara alta, según están las cosas. Ay, Juanqui, Yolanda te la ha jugado bien.

Pero Yolanda Estrada es de sangre caliente. A veces muy caliente. Y claro, pone tuits y publica en Instagram cosas que luego tiene que borrar. No está el horno para bollos le suele decir Vera. Pero ella es así. Lo prueba lo que publicó este fin de semana mientras se realizaba la presentación de los candidatos del PP al noroeste de Madrid. María Yolanda, sentada entre el público con su compañera de gin-tonic de los viernes en La Aurora, Paloma Tejero, cuchicheaba sobre los candidatos que iban presentando. No eran de su agrado porque no pertenecen a la cuchipandi que ella montó.

A lo que iba. Recién publicaba El Confidencial una discutible crónica -discutible por inexacta y dirigida- sobre los golpes bajos en la política del PP de Pozuelo, Yoli no se pudo resistir y se apresuró a contestarles a través de Twitter">Twitter y de Instagram. Les respondió que la noticia era un fake en lo que respectaba a ella. Y además afirmaba que se trataba de un artículo machista. La gente corta utiliza el machismo para ponerse la coraza y evitar ataques. El caso es que alguien le debió decir que ella misma se estaba poniendo la soga al cuello, que más vale callarse y parecer tonta, que hablar y despejar toda duda. Y lo borró deprisa, deprisa.

Pero el pantallazo estaba hecho, y tu fogosidad te traicionó de nuevo, Yolanda. Sin amores que te apoyen, y sin apoyos de los amores en Génova, presiento tu desgracia. Volverá Yolanda Estrada en el Zoco los masajes a dar….

Me siento poeta. Pero vale por hoy. Que bastante desgracia tiene ser político aficionado en los tiempos que corren.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

Fdo. Rubén Darío y El Avispa