¿Sabes por qué las alfombras turcas son las más respetuosas con el medio ambiente?
Las alfombras son uno de los elementos decorativos por excelencia. Empleadas inicialmente en salones y dormitorios con el paso del tiempo han dado el salto a otras estancias, sin más fin que aportar calidez, color y personalidad.
Y es que, en la actualidad existen infinidad de estilos, colores y tamaños, por lo que resulta complicado no encontrar una que se adapte a la perfección a aquello que se está buscando.
Pese a ello, “algunos buscan mucho más que una simple alfombra que se adapte al espacio del que disponen, y comienzan un peregrinar por distintas tientas en busca de una pieza única, hecha por las expertas manos de una artesana de Anatolia, es decir, lo que busca es una verdadera alfombra turca o alfombra de Anatolia” indican desde el El Rincón de Fehmi, una tienda que ofrece a sus clientes una amplia colección de alfombras artesanales, kilims, lámparas mosaico orientales, así como la mejor artesanía de Turquía.
Pero, ¿qué tienen de especial las alfombras turcas para que sean tan deseadas?
Lo cierto es que los historiadores no han conseguido ponerse de acuerdo a la hora de fijar una fecha para el inicio de esta actividad, pero la alfombra Pasyryk, que data del siglo V a. C. es la más antigua de estas características, una auténtica joya que se conserva en el Museo del Hermitage en San Petersburgo.
No obstante, y pese a que se ha logrado recuperar la artesanía de la zona, lo cierto es que hubo un tiempo que la gran demanda y la fabricación en masa puso en peligro la continuidad de esta tradición que ha sido desempeñada durante tantos siglos de historia.
Las alfombras de pelo y los kilims de tejidos planos fueron creados para su uso en la vida cotidiana. En su proceso de fabricación se usan únicamente fibras naturales, el algodón, la lana, la seda, el pelo de cabra y la lana de camello se encuentran entre los materiales más empleados, todos ellos hilados a mano. Los tientes empleados tradicionalmente se obtienen de plantas, insectos y minerales, abarcando desde los marrones y ocres, a los amarillos, rojos, anaranjados, azules, negros y verdes.
En cualquier caso, cuan hermosas debían ser estas alfombras para que Marco Polo dejara escrito en una de las notas de sus viajes por la zona “…y aquí hacen las más hermosas sedas y alfombras del mundo, y con los colores más hermosos”.
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