Gracias, Ayuso
No soy de los de hacer leña del árbol caído, aunque bien lo merecería nuestra protagonista. A fin de cuentas ya he conseguido lo que quería. Ayer la alcaldesa de Pozuelo, Susana Pérez Quislant, anunció a través de sus redes sociales que se va. Vamos, que la echan, que el PP no cuenta con ella, pero eso no se dice.
Ahora atrás quedarán esa actitud soberbia, esa altivez, ese prometer hasta la mentira sabiendo que no lo vas a cumplir, tomando a los vecinos por idiotas.
Por delante queda la tarea de recuperar lo que una sola persona ha devastado a lo largo de sus años de mandato. Esas relaciones humanas tan deterioradas que deja la alcaldesa.
La oposición se ha apresurado a sacar nota de prensa incidiendo en su nefasta gestión. Los trabajadores municipales todavía no se atreven a salir de su letargo para que no les corten la cabeza: alguno llegó a comparar incluso a Quislant con Robespierre. Los asesores y concejales todavía no se mueven para salir en la foto. Los alcaldes vecinos temen complicaciones con ella, famosa por sus berrinches infantiles. Sus antiguos asesores y consejeros (jefes de gabinete, jefes de prensa… cadáveres contados por decenas) habían susurrado a los oídos de la presidenta Ayuso las vejaciones a las que les había sometido esta alcaldesa. Los médicos de la calle Emisora hartos de que sus pacientes les pidieran partes de baja por tensión laboral. La relación con los medios de prensa locales, rotas por su chulería, por sus intoxicaciones y por la falta de un reparto equitativo de la publicidad institucional.
La presidencia del PP de Pozuelo no estaba en sus manos: por algo sería. Cuando el presidente, Enrique Ruiz Escudero, convocaba a un acto a los afiliados, ella contraprogramaba porque no se sentía la protagonista.
Venga quien venga como cabeza de lista del PP a las elecciones en Pozuelo, tengo una cosa clara: cualquiera será mejor, cualquiera, que Susana Pérez Quislant.
Lástima que el partido haya tardado años en darse cuenta. El que venga tendrá que coser muchas heridas, muchas relaciones rotas, y oxigenar tanto resquemor.
Gracias Ayuso. Ya te debemos dos.
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