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Borrajo: «Mi padre me dijo que todos tenemos una cruz y que a mí Dios me castigó con el cerebro»

Borrajo: «Mi padre me dijo que todos tenemos una cruz y que a mí Dios me castigó con el cerebro»

Aunque muchos le tienen por un humorista agresivo, crítico e incluso grosero, lo cierto es que tras el Moncho Borrajo de los escenarios, se esconde un hombre inteligente, coherente y lleno de sorpresas. Un niño superdotado que con el tiempo se ha convertido en un gran humorista y un mejor pintor. Dos caras de Moncho Borrajo que ahora conocemos gracias a la exposición 'Caminos' que permanecerá en el Espacio Cultural MIRA hasta el 25 de noviembre.

 


Con una gran humildad y especial atención, Moncho recibió a DiariodePozuelo.es en la exposición, ya que todos los lunes y martes, el artista se desplaza a Pozuelo para estar cerca de aquellos que, libres de prejuicios, quieran conocerle mejor.


Esta faceta de pintor es sin duda una faceta que muy pocos conocíamos. En la inauguración confesabas que estabas nervioso porque exponías a los que para ti son tus hijos, ¿cómo está reaccionando el público de Pozuelo?

Muy bien porque viene mucho público, una media de casi 50 o 60 personas al día, e incluso hay días que ha coincidido que era un puente y han venido casi 100 personas. En cuanto a la a reacción, en primer lugar es de sorpresa, porque todo el mundo se creía que yo iba a hacer caricaturas, dibujos de humor y cosas así. Ésta exposición aclara muy bien que Moncho Borrajo es pintor, que puede gustar o no, pero que el oficio lo tiene y que sabe pintar.

Después de esa primera reacción, la gente se queda sorprendida de ver que lo que yo hago es una pintura muy tranquila, muy relajada, que no es nada agresiva, como es el Moncho Borrajo del espectáculo. También es cierto que los que somos artistas en otra faceta tenemos el handicap de que en el terreno de la pintura se ha metido mucha gente que no es pintor y que ha dicho «bueno, yo voy y pinto», y yo creo que se esperaban un poco eso, «a ver que hace el cómico, a ver como pinta».


¿Podríamos decir entonces que la reacción general es de sorpresa? 

De sorpresa y de admiración. Me he dado cuenta sobre todo estos días que he podido estar en la exposición, que el público que entraba me felicitaba e incluso hay gente que me ha dicho «pues me gusta usted mas como pintor que como cómico». Lo que sí es cierto es que quizá este sea el futuro. De alguna manera, el cómico tiene que ir dejando paso a otra gente que está luchando por ocupar puestos, y quizás yo me decante más por la pintura, con tranquilidad, en mi casa, relajadito, porque uno ya va para los 60 y tiene que ir tomando ya las cosas con la distancia pertinente.


Esta faceta de pintor, en silencio, en tu estudio, con música de fondo ¿es un contrapunto necesario para tu vida de artista?

Sí. Yo creo que todos los seres humanos tenemos varias caras, somos poliédricos; hay caras que se desarrollan más o menos, pero la que está oculta también es necesaria para contrarrestar un poquito la más pública. Hace falta ese Moncho tranquilo que pinta en casa para que luego el que sale al escenario se vuelva loco y corra de un lado para otro, o al revés, hace falta el loco para que cuando llegue a casa se relaje y esté pintando sin problemas. 


Esta exposición y el hecho de que la haya visitado tanta gente, ¿puede abrirte las puertas a otras salas?

Seguro. Por de pronto ya estaba previsto que la exposición, después de aquí, se vaya al museo de Orense, luego a la Coruña y posiblemente, después de haberlo visto en Pozuelo, hay ayuntamientos que les apetezca exponer esta retrospectiva mía porque ya está preparada, ya está hecha porque el trabajo fuerte de clasificación ya se ha hecho para esta ocasión.


¿El hecho de ser conocido como humorista ha provocado que tuvieses dificultades para mover tu pintura?

Sí, porque, lógicamente, cuando una persona es independiente, como yo, y que le da igual la derecha que la izquierda, y si le tiene que llamar a uno burro se lo llama y le da igual si lleva corona o es barrendero, pues eso te acarrea siempre que no gustes, que no gusten las verdades a la cara y que se cierren puertas sin explicar el porqué.

Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio y lo importante de esta exposición es que la gente ha descubierto a un pintor, y ha descubierto una faceta de un señor que desconocía por completo, y eso es importantísimo porque puede ayudar a la gente a no prejuzgar de antemano.


 Y a conocer más a la persona, ya que, como has comentado en alguna ocasión, te gustaría ser recordado en primer lugar como una buena persona. 

Claro, porque yo creo que hay algo fundamental: te das cuenta de que con todo lo que haces no sabes que es lo que van a hacer después; tú te vas y esto se quedará en un museo, o quizás en la fundación que yo haga. Pero lo que realmente quedará de ti es como te comportaste, quien te quiso, a quien ayudaste o a que persona le hiciste reír en el escenario y le quitaste las penas.

A larga lo que queda es la persona, ese ser humano que está camuflado en muchas cosas y que todo el mundo se empeña en clasificar. El otro día me decía un periodista «hay que ver la fama que tienes de agresivo y lo cariñoso que tratas a la prensa» y yo le dije, «claro hijo es que me juzgáis por un papel que tengo en el escenario».


Volviendo a tus cuadros, ésta exposición recorre toda tu vida como pintor, y la has querido llamar 'Caminos' porque como explicas en el catálogo, la vida esta llena de caminos que te lleva a encrucijadas donde hay que tomar decisiones importantes, ¿has tenido muchas encrucijadas en tu vida? 

Constantemente. Decidir no ir a actuar a un sitio o ir a otro en el que te decían que no, decidir cambiarte de ciudad, decidir decir en público que eres homosexual, algo que me costó mucho porque era un momento muy difícil, y muchas otras más. En la vida hay cientos de momentos en los que te ponen en un cruce de caminos y tienes que escoger, y a lo mejor escoges mal y tienes que volver a empezar y volver para atrás, o al revés seguir para alante y pegarte un leñazo de padre y muy señor nuestro. Lo que si es cierto que yo siempre he sido un hombre de blanco o negro, y nunca he sido una persona que gustase a todos y eso  lleva consigo encrucijadas, caminos a tomar. 


Hablando de tu vida, uno de los recorridos que en la exposición se hacen de ella es la colección de tus gafas personales, háblanos de ella.

Están casi todas mis gafas. Es una manía. Las fui guardando porque para mi tener gafas de pequeño fue un trauma. Era el único niño de clase que las tenia y el tercero del colegio o sea que imagínate, «gafitas cuatro ojos capitán de los piojos». Y entonces lo que hice fue que un día encontré esas cajitas que las vendían ya hechas y me puse a hacer una cosa para mi, para el recuerdo. Ahora, si las miras, en ellas se ve que soy gallego, que hay cerámica, que colecciono cosas de plata, que corrí en la universidad y me rompieron las gafas, que quise ser cura porque hay unas gafas que son casi de cura con una cruz y una barca solitaria, y muchas cosas más. De alguna manera está mi vida en estas 27 cajitas.


Todas las obras que se exponen en Caminos están destinadas a ocupar un lugar en la Fundación que vas a inaugurar en tu pueblo. Háblanos de ella, ¿para cuando la inauguración?

Se está terminado. Imagino que para junio, julio estará terminada. En la planta baja va una pequeña sala de exposiciones de unos 300 metros cuadrados y esta exposición ira partida en tres etapas que ocuparán un año. Después en esa sala se irán poniendo otras exposiciones y ésta ira recorriendo otros lugares.


 La Fundación va a estar destinada a ayudar niños superdotados y discapacitados físicos y psíquicos. Tú mismo has sido superdotado, ¿qué problemas tienen los niños superdotados hoy en día? ¿Y que se puede hacer para mejorarlo?

 Tienen todos los del mundo. Hay que pensar que tanto un niño con problemas físicos o psíquicos como un superdotado se salen de lo normal, con la condición de que el niño superdotado tiene un problema muy grande y es que sabe que es distinto, sabe que los de su edad no le van a entender y para los mayores es un pedante. El resultado es una sensación de «que pinto yo aquí» que es terrible. Mi padre era un sastre, mi madre un ama de casa, entonces ¿cómo iban a ayudar a un niño superdotado? Recuerdo que cuando me regalaron mi primer mecano, mi padre se quedo mirando como diciendo «a ver que hace este niño» y yo, el primer día, le monté una grúa. ¡Mi padre se quedó aterrado!

La idea que tengo es que las escuelas de la provincia de Orense hagan tests y  que los niños que salgan superdotados puedan acceder a becas de estudio para que puedan tener al menos unas clases a parte. Y para los que tengan problemas físicos y psíquicos tener también ayudas para que puedan superarlo. Además, para los niños normales tendremos ordenadores para que puedan ir allí a trabajar gratis. 


Por último, desde los 14  años escribías versos pero nunca has publicado ninguno, ¿llegaremos a conocer públicamente esa faceta de Moncho Borrajo?

Sí, creo que con el tiempo. De hecho, ya he escrito una memorias hasta que triunfé en Cleofás que tal vez salgan para el año que viene. El problema de la poesía es que hace falta mucho tiempo para corregirla y yo para eso soy muy vago y además los versos han sido siempre muy íntimos y tal vez sería desnudarse demasiado aunque creo que saldrán algún día. También tengo una idea muy bonita que es hacer un libro que se llame 'Las cartas que nuca contesté' en las que contestaría desde la distancia las cartas que me ha enviado la gente y que aún guardo. La más bonitas y las más crueles, que algunas hay. Mi padre me dijo un día, «todos tenemos una cruz , y a ti Dios te castigó con el cerebro» y la verdad es que yo, si me tengo que estar quieto me muero.

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