«Carmen Amaya representó un punto y aparte en el mundo del baile y del flamenco»
Este fin de semana llega a Pozuelo de Alarcón para presentar 'Aires de Villa y Corte', una coregrafía ambientada en el Madrid del siglo XIX, y 'La Leyenda', un homenaje a la inolvidable Carmen Amaya. El sábado 19 de enero, a partir de las 20.00 horas deleitará a los asistentes con su espectáculo y un día más tarde, el domingo 20, a partir de las 19.00 horas repetirá función.
¿Cómo van los últimos ensayos del espectáculo que presentarán este fin de semana en Pozuelo?
Es un programa que nosotros tenemos muy dominado. Hemos trabajado con él en todas las partes, en muchas ciudades y en muchos países. Es muy interesante, sobre todo para un sector de aficionados. Hay una primera parte, 'Aires de Villa y Corte', que es una recreación sobre las Escuela Bolera del siglo XVIII – XIX, que resulta muy complicado ver hoy en día sobre los escenarios porque requiere una técnica muy rigurosa. Son cinco movimientos que no tienen ningún argumento y que pasan de escenas palaciegas a escenas populares del Madrid de la época.
Carmen Amaya representó un punto y aparte en el mundo del baile y del flamenco. Con ella se rompieron muchos moldes, la mujer comenzó a bailar de otra manera totalmente diferente. Era una mujer femenina, pero introdujo la moda de bailar vestida de hombre en las alegrías y asombraba porque tenía una energía, una fortaleza y una claridad en los pies, que pertenecía más a una técnica de hombre, porque el hombre siempre se ha dicho que bailaba de cintura para abajo y la mujer de cintura para arriba. Ella rompió todos esos esquemas y aparte era una mujer menuda físicamente, pero que era grandiosa, genial, enorme como artista.
'La Leyenda', un trabajo que yo hice con todo mi amor, respeto y dedicación, cuenta con la música de José Antonio Rodríguez, un magnífico compositor, y hemos creado una historia sin que se cuente su vida, pero sí a partir de imágenes de sus bailes más emblemáticos. Hay una sucesión de palos, que van desde los tangos, el embrujo del fandango, las alegrías, rumbas, soleá, hasta las seguiriya, que es como termina.
¿Cómo se consiguen plasmar todos estos elementos en una coreografía?
El personaje, en esta historia, lo he dualizado. He creado un personaje carnal, que interpreta Ana Moya, y el persona más intangible, más espiritual, que lo interpreta Elena Algado. Es un ejercicio coreográfico muy intenso y muy brillante. Entre las dos crean un todo, un ser que se complementa.
En esta etapa estamos en el camino de consolidar y de que de aquí salgan también figuras como las que salieron en aquella época. Es gente joven, pero que está trabajando de una manera muy rigurosa y que, afortunadamente, cada lugar a donde vamos, cada ciudad, cada país, el público acoge a esta compañía como una de las mejores del mundo. Es una gran responsabilidad, pero también es una gran satisfacción ver que el arte y la profesión continúan siempre. De diferentes formas, con diferentes personajes, pero que están en constante evolución.
¿Podría citar algún ejemplo concreto?
En Japón, que adoran el flamenco y todo lo que es español, hemos tenido un público absolutamente volcado. A lo mejor no con grandes gritos, pero aplausos de diez minutos. En Tailandia fue muy diferente. El público gritaba, se expresaba con una espontaneidad increíble. En Buenos Aires, en donde estuvimos hace dos meses, ha sido realmente impresionante. La gente se emocionaba, gritaba, lloraba, esperaban a la compañía a la salida para felicitarla, para fotografiarse con ella.
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