Chocolatinas para Eva Izquierdo

Hoy tengo el día un poco cabrón, así que no repartiré golosinas. Como aquí no me han contratado por simpático, no decepcionaré a nadie. No se inquieten. Aunque siempre tengo el estoque a mano, no pretendo redondear ninguna faena, ni mucho menos practicar el descabello. Pero procuraré que si tiene que correr alguna sangre, no sea la mía. Los caramelos ya los han repartido los compañeros de Diario de Pozuelo. En una mezcla de inconsciencia y mansedumbre han valorado con un 10 una gestión menor del Ayuntamiento relacionada con el asfaltado de una calle. Bombones para el nuevo alcalde Gonzalo Aguado. Mal hecho.

A los que nos gobiernan nunca se les puede dar un 10. Si tú no sabes por qué, ellos seguro que lo saben. No entiendo a estos periodistas de hoy. Provengo de otro mundo y de otra glaciación. Las redacciones ya no son como las de antes. Entonces éramos más golfos y podíamos ser capaces de matar a nuestra madre por una buena exclusiva. Teníamos la botella de güisqui en el escritorio y mientras tecleábamos en la Olivetti traspasábamos con la mirada las blusas de nuestras compañeras. Y algunos días no sólo con la mirada. No éramos de fiar. Nuestros escrúpulos eran manifiestamente mejorables. Pero éramos eficaces e implacables. Todo aquello se ha ido al carajo. Ahora, la redacción de Diario de Pozuelo parece la consulta de un estomatólogo.

Como son tan generosos -y tan pardillos- que le regalen también unas chocolatinas a la portavoz socialista Eva Izquierdo. Las necesitará. Ganó Rajoy, luego ahora debe de vivir en las tinieblas. En la más absoluta oscuridad. Estará desolada. Debería empezar a buscar otros principios. A ser posible compatibles con el siglo XXI. Los que ha predicado en esta campaña no han colado. Pero como su maestro Zapatero, a estas horas aún no habrá entendido ni una sola palabra del mensaje que el otro día les propinaron los electores. Todavía no se han enterado de que muchos de ellos ya estamos alfabetizados.

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