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Desprecio a mi trabajo

Desprecio a mi trabajo

He colaborado con orgullo en el apartado de religión de El País digital del 16 de septiembre de 2010, en un artículo informando sobre la visita del papa al Reino Unido. He redactado escuetamente la noticia del viaje y los firmantes de la misma han añadido la serie de adjetivos habituales cuando informamos del papa, con los que me solidarizo.


Resaltamos que es un poder anticuado, alejado de la realidad (para que nuestros lectores piensen que están locos), azotado por escándalos e inmoralidad (lo podemos decir porque somos puros, no hemos tenido ocasión de informar de ningún caso de pederastia en la Unión Soviética, Cuba o Marruecos). Nos reímos, igual que Stalin, de las divisiones de Papa y decimos que ha iniciado una guerra (nuestros lectores son pacifistas y sacarán las consecuencias belicistas). Que Roma expulsa a las mujeres, aunque no decimos de dónde nuestras lectoras lo saben porque todas quieren ser pontífices, aunque ni siquiera sean becarias de segunda categoría como yo. Consideramos exagerada la marginación y persecución de los católicos en Inglaterra (deberían mantener el régimen de los últimos cuatrocientos años para no perturbar al estado laico). Señalamos que en la Iglesia sólo se quedan los descerebrados y gente sin amor a la libertad (gente que no merece la ciudadanía democrática). Defendemos el laicismo y la democracia inglesa y la contraponemos a la teocracia de Roma.

Por eso me ha indignado una serie de acusaciones antidemocráticas que me ha dirigido una antigua compañera que duró en esta empresa menos que un caramelo en la puerta de un colegio; la tuvieron que expulsar de este Grupo por ir por libre y por no aceptar las compensaciones sexuales habituales alternativas al salario, que no sólo considera inmorales sino esclavistas a causa de su estrecha moral. Me ha dicho que somos agentes de la gaycracia de Al Andalus (desde que gobierna Zapatero se niega a llamarla España), pero que no somos culpables y no tenemos pecados porque somos incapaces de sacramentos; ha citado a un tal Nietzche para decir que estamos resentidos, que rumiamos la rabia de no poder dejar de ser esclavos de la logia del amo de la empresa (que ya se ha muerto) y que nos encadena con droga; que somos tan adictos que vemos el pleno empleo de Zapatero; que no tenemos personalidad porque somos todos iguales a nuestros lectores, a los que llama paisanos para no llamarlos palurdos; que nos inventamos terroristas suicidas en los trenes de Atocha para dar un golpe de estado mediático y evitar la quiebra del Grupo con ayuda del gobierno socialista, títere de la misma secta que nosotros. Considera que aquí no hay pederastia porque nos fuerzan a abortar a nuestros hijos antes de nacer y otra serie de lindezas que prefiero no reproducir o hacerlo en otro momento.

De no ser porque nuestro colaborador, el juez falsamente acusado de prevaricación, ya no está en la Audiencia Nacional, la habría denunciado para que la encerrara de por vida, aunque de seguir con sus opiniones cualquier día la señalaremos como facha y alguien le clavará un hacha; nuestros lectores tiene un agudo sentido de la justicia.

Jennifer García

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