#adiosÁlvaro: In memoriam
Álvaro Spottorno ha muerto. Era concejal de Juventud, Formación y empleo de Pozuelo de Alarcón y apenas tenía 31 años. No hay derecho a que, de pronto, llegue la muerte y se lleve siempre a los mejores. Porque Álvaro, además de buena gente, era un joven de su tiempo y para su tiempo, fruto de una gran preparación intelectual. Tanto que lo tenía todo para alcanzar el futuro.
Pese a su juventud, ya había desempeñado los cargos de Asesor en la Vicepresidencia, Consejería de Cultura y Deportes y en la Portavocía del Gobierno de la Comunidad de Madrid entre 2008 y 2011. También había sido Asesor del Vicepresidente de la Agencia Informática de Comunicaciones de la Comunidad de Madrid.
Y es que a Álvaro le gustaba la política. La vivía con intensidad. Y, además, ahora estaba en el sitio justo que quería estar. Por eso entendía tan bien a la juventud de Pozuelo. Era como ellos. Y estaba obsesionado por ayudar a los jóvenes a formarse porque sabía que sin formación era imposible que encontrasen trabajo. Comprendía sus inquietudes. Era uno de los suyos. Quería convertir El Cubo en el ágora de la juventud de Pozuelo.
Álvaro hacía todo lo que estaba en su mano para aunar juventud y empleo, una de esas utopías de los tiempos que vivimos. Pero a él no le asustaban las quimeras. Sabía que era cosa de ilusión, honradez y esfuerzo.
Por eso, desde que conocí la noticia, no hago otra cosa que preguntarme por qué. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? ¿Por qué tan innecesario? ¿Por qué tan cruel? Sólo tenía 31 años.
¿Qué tuvo que pasar para que la muerte hiciese carne en su cuerpo y le diese una cornada a traición?
Me dicen que fue la noche la que lo hizo posible. Malaya la hora. Me cuentan que todo ocurrió en ese momento en el que la madrugada se embosca y hace que las motos le tengan miedo al asfalto.
Me aseguran que tuvo mala suerte porque, en principio, el accidente no fue tan grave. Los que saben atestiguan que sólo tenía una fractura en un brazo, otra en una pierna y un traumatismo abdominal. Y que, según una portavoz de Emergencias Madrid, el concejal fue trasladado al hospital Clínico San Carlos "consciente, "orientado" y "estable".
Pero todos sabemos que las cornadas de las motos son internas y no perdonan. Nunca perdonan. Las usa la muerte para cobrar sus mejores trofeos.
A Álvaro Spottorno no le había llegado la hora de irse. Sólo tenía 31 años. Y cuando se tiene esa edad es hora de quedarse. De hacer cosas. De vivir.
No entiendo nada.
Por eso, en este momento y más que nunca, me tengo que refugiar en aquella soleá de Manuel Alcántara que decía: "Si otros no buscan a Dios, yo no tengo más remedio, me debe una explicación".
La piraña del Meaques
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