Sin palabras
Tragedias como la del Madrid Arena te dejan helado. Enmudecido. Es imposible hacerse a la idea del dolor que, en estos momentos, pueden sentir las familias de las cuatro niñas que nos han abandonado. Dolor azuzado por ser unas muertes evitables. No voy a entrar a valorar si la responsabilidad es del Ayuntamiento, de Protección Civil, de la empresa organizadora, de los asistentes, del alcohol o del sunsum corda. No me importa ahora mismo. Ya se encargará la justicia de determinar, si procede, quién o quiénes deben pagar por ello.
Lo que sí me apena profundamente es que unas jóvenes, en la flor de la vida, hayan encontrado la muerte de una manera tan trágica. Y me hace reflexionar sobre los espectáculos de masas. Al día siguiente de producirse la fiesta, fue entrevistado en una de las principales radios del país uno de los responsables de Protección Civil en la Comunidad de Madrid. A lo largo de la misma, señalaba que, cuando se reúnen decenas de miles de personas, son impredecibles las cosas que pueden fallar o salir mal. No existe un plan de contingencia perfecto.
Tras ver los vídeos que grabaron in situ algunos de los asistentes, no puedo evitar estremecerme y divagar sobre la delgada línea que separa la alegría de la tragedia. Esas niñas podían haber sido nuestras hijas, hermanas, sobrinas. Nos podía haber pasado a cualquiera. ¿Quién, en su juventud, no ha asistido a conciertos o eventos similares? Qué horror. Te quedas sin palabras.
J. M. Aizpurua
*Este diario no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores ni de las de las cartas al director.
Escribir un comentario