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De promesas y pensiones

 

La revalorización descafeinada de las pensiones que se ha impuesto, es cierto que constituye una medida dolorosa y que ha supuesto que el Gobierno se haya saltado sus promesas. Y cierto también es que cada vez hay más gente dependiendo de las pensiones de nuestros mayores, en concreto 422.600 hogares, pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, como dijo el torero.

Entiendo que a los pensionistas les resultará imposible entender cualquier explicación que se quiera dar acerca de esta medida, y más cuando se rescatan bancos a troche y moche, pero lo cierto es que las pensiones no son ajenas a la crisis y al déficit elevado en que todavía vivimos.


Los compromisos de déficit que mantiene nuestro país deben de ser cumplidos. Nuestro país no vive aislado y su cumplimiento junto al proceso de devaluación interno en que vivimos, constituyen una solución a muy corto plazo para que no se derrumbe el edificio en que estamos y podamos mantener el crédito del exterior.

Es un asunto de encaje de gastos y de generación de confianza a quienes nos prestan fondos. No debemos olvidar que nos mantenemos gracias al crédito que nos proporcionan desde el exterior y la mejora de la confianza en estos últimos días ha propiciado una caída de la prima de riesgo por debajo de los 400 puntos básicos.

Por otro lado, es un hecho que ya se está tirando de los fondos de reserva de la Seguridad Social y si bien es cierto que todavía les queda una gran suma, no se puede vivir de la hucha constantemente y esta medida supone subir lo que se puede, que son 3.000 millones de Euros y nos los 5.800 millones de Euros que supondría la revalorización completa, atendiendo al diferencial de inflación.

A mi forma de ver, los reproches que cabría hacer al gobierno son los de siempre, estar diciendo hasta ayer una cosa para luego hacer la contraria y también ir demorando la cura de adelgazamiento que necesita la administración de este país, que nos está arruinando. Los recortes y las subidas de impuestos necesitan de la legitimidad previa de unas políticas en ese sentido, a las que parece que se resiste la "casta" como gato panza riba.

Y por último, creo que al hilo de estos hechos y de la falta de confianza que exhibimos los españoles en el sistema, es el momento de analizar qué hacer con las pensiones. De ver si vamos a tratar de ir a un sistema de capitalización, de si se va a computar la totalidad de la vida laboral, o de si de verdad se van a fomentar y a compatibilizar con los planes privados.

Las pensiones reclaman a gritos una reforma que resuelva la desconfianza en el pago de las futuras, al tiempo que evite situaciones como las que estamos viviendo.


José Luís Martín Miralles

*Este diario no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores ni de las de las cartas al director.

 

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