Un pregón atrapado en el tiempo
Ayer sábado dieron comienzo las fiestas de Pozuelo, con el Pregón a cargo de José Mercé. Todo según lo previsto: la plaza llena, las peñas en su sitio, el ambiente alegre...
Sin embargo hay un pero. Un detalle pequeño pero significativo. Y es que el reloj que el pregonero tenía justo encima de su cabeza marcaba las dos menos diez. Eso, a las siete y media de la tarde, da una imagen de desidia que el Ayuntamiento de Pozuelo no se puede permitir.
Ahora que, por fin, después de varios años, parece que el reloj de la Plaza del Ayuntamiento marca la hora adecuada, el que no lo hace es el de la Plaza del Padre Vallet.
Y es que son estas pequeñeces las que deslucen un acto, las que transmiten una imagen. Y de nuevo, la simbología de un reloj municipal parado es que el gobierno también lo está.
Como el Día de la Marmota, siempre comenzando, no avanzamos. Sin ideas, sin progreso... y esto a nueve meses de unas elecciones. Pequeño destalle el del rejoj, con el que se pueden sacar muchas conclusiones.
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