Los gatos callejeros
En algunos barrios de nuestro pueblo existen colonias de gatos. Se trata de animales que han sido abandonados por sus dueños o que directamente se han criado en la calle y que han sobrevivido alimentándose de la basura o de la comida que regularmente algunos vecinos les daban. Una situación de la que se derivan innumerables problemas que afectan a aspectos tan importantes como la salud pública o los derechos de los animales. Por eso, lejos de ser un problema entre particulares, entre defensores y detractores de los gatos, éste es un problema público del que se tiene que responsabilizar el Gobierno Municipal.
En nuestro entorno existen municipios que se han hecho cargo de esta situación desarrollando protocolos para impedir la reproducción de animales callejeros sin necesidad de encerrarlos o sacrificarlos. El sistema más extendido se conoce como CES e incluye la captura sin dolor, la esterilización y vacunación por un veterinario y el marcaje del animal para su identificación posterior antes de su retorno a la colonia de origen. Entre las ciudades en las que se aplica este sistema están Barcelona, Madrid, Zaragoza, Alicante o Vitoria.
El caso de Madrid es un buen ejemplo para entender la evolución de las políticas públicas en esta materia. La capital cuenta con un servicio y un espacio en la web municipal dedicados específicamente al control de las colonias felinas. Se trató, de hecho, de una de las propuestas nacidas del proceso participativo Decide Madrid en 2016 y que puso fin al protocolo anterior por el cual los gatos eran atrapados y sacrificados. El sistema funciona, en gran medida, gracias a la colaboración de los vecinos, que solicitan la intervención del Ayuntamiento en su barrio cuando la creen necesaria y a los voluntarios que realizan el servicio, a los que se les otorga un carné de “cuidador de gatos”.
El método CES supone darle un vuelco ético al control de las comunidades felinas callejeras. En primer lugar implica una mejora en la calidad de vida de los animales, garantizando revisiones veterinarias, previniendo enfermedades, deshidratación o desnutrición; en segundo lugar, ayuda a identificar con facilidad a los animales domésticos perdidos o huidos de su hogar; y por último, regulariza los cuidados de los gatos que viven en la calle que hasta ahora eran prestados por vecinos anónimos, de forma descontrolada, y exponiéndose a sanciones.
Los gatos representan un problema cuando la Administración Pública no interviene para garantizar sus derechos y controlar su desarrollo. Es en ese contexto en el que surgen los conflictos entre los vecinos que, en el fondo, muestran carencias en la gestión pública. Por eso, la reciente aprobación de la construcción de un centro de protección animal en Pozuelo es una magnífica oportunidad para avanzar en esta materia con una doble perspectiva: cuidar a los animales y adoptar medidas para garantizar la salud pública en el municipio. En ese punto seguro que nos encontramos la mayor parte de los vecinos de Pozuelo.
Pablo Gómez Perpinyà
Portavoz de Somos Pozuelo
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