40 años de la fiesta que dio vida a la democracia

Hace 40 años este país vivió uno de sus grandes días de fiesta, probablemente el día más importante de su historia reciente junto al de las primeras elecciones democráticas el año anterior y el del fracaso del 23F. No lo recuerdo, ya que había nacido hacía poco, pero si recuerdo como mis padres me hablaban de aquél día como un día verdaderamente emocionante, como una verdadera fiesta de la democracia que luego ellos solo sintieron en alguna otra ocasión. Se votaba nuestra Constitución, con la que nuestro país inició, por fin, el que es su más largo periodo democrático y, fue una fiesta para una gran mayoría y, sin duda, un éxito.

Su elaboración, fruto del acuerdo de todos los actores políticos de la época aunque luego algunos diputados no la votaran, fue un ejercicio de diálogo y pacto, consenso y sentido común, para construir una España democrática, con garantías de derechos y libertades, que nos sacó definitivamente de esos negros años de la dictadura franquista, que tanto dolor causaron. Fue un ejercicio de responsabilidad política colectiva que no debe olvidarse ni menospreciarse, como tampoco ese pasado oscuro en el que la defensa de muchos de los valores que la Carta Magna consagró fue perseguida durante demasiado tiempo y por lo que tantos fueron represaliados, encarcelados o incluso asesinados.

Conviene recordar de dónde venimos, pues es de justicia. Pero hoy toca no hablar de aquel lejano ayer, sino de este tiempo de libertades del que disfrutamos desde aquel día gracias a nuestra Constitución, y que ha sido sin duda un buen marco de convivencia para que nuestro país avance y se consolide como uno de los de más altos estándares de calidad de vida, tan lejos de aquella España gris de mitad del siglo pasado. Nuestra Constitución garantizó libertades fundamentales, derechos sociales, cohesión territorial y respeto a la diversidad. Impulsó el Estado del Bienestar, asegurando el acceso universal a la educación, a la Sanidad o a la jubilación. Insertó en nuestro día a día, para siempre y con casi 40 años de retraso frente al resto de países occidentales valores como la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

Estos 40 años llenos de éxitos colectivos, progreso y aumento de la calidad de vida no están exentos de momentos en los que no todos han podido disfrutar de esa mejora colectiva, como bien se ha visto con la última crisis. Ejemplo de ello son la desigualdad y precariedad laboral crecientes que sufren amplias capas de la sociedad, que demuestran lo mucho que queda por mejorar y, que se debe hacer siendo capaces de alcanzar un nuevo acuerdo colectivo que garantice y blinde, entre otros, derechos como el acceso a la vivienda, a un empleo digno, a un medio ambiente bien conservado o a la igualdad real entre mujeres y hombres.

Con 40 años, que son más o menos los que tengo, es buen momento de mirar atrás y valorar lo que se ha hecho, reconocer los errores y disfrutar de los aciertos. Es buen momento también de mirar adelante y fijarse nuevas metas, ver cómo mejorar lo que ha fallado. Y así creo que le pasa a nuestra Constitución, que no tiene por qué ser un libro intocable sino que solo será útil si se adapta a estos tiempos, tan distintos a aquellos, tal y como pasa en casi todos los países vecinos. Es por tanto un tiempo para sentarse a hablar entre todos y garantizar que los próximos 40 años sean al menos tan buenos como estos, que la riqueza colectiva de este gran país se reparta de forma justa, que la diversidad que nos caracteriza nos haga mejores, que los recursos que tenemos sirvan para hacer una sociedad más cohesionada, menos desigual, más solidaria. Que nuestro futuro, lejos de extremismos, es capaz de garantizar oportunidades a todos y, que frente al ruido gana otra vez el diálogo, el acuerdo, el sentido común y la construcción de un país del que todos y todas podamos sentir orgullo.

Helio Cobaleda | Secretario General PSOE Pozuelo