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Diálogo Social

 

Pocas veces una expresión política tiene un sentido claro, menos aún la de diálogo social; su reiterado uso como panacea a todos los males oculta un reparto de poder entre interlocutores incapaces de dialogar que lo transforma en parloteo demagógico careta de un reparto de poder jugando con las expectativas de los cuatro millones y medio de parados que arrastra el pleno empleo de ZP y de muchos otros trabajadores que ven su trabajo en la cuerda floja. Culpar a los empresarios es fácil para el gobierno con todos los resortes del poder y el apoyo de la mafia mediática.

Le empresarios gestionan la inversión, arriesgan dinero y ciertamente deben preocuparse de que haya unas condiciones en que las inversiones sean seguras y estables (los ahorradores les pedirán cuentas de ello), en parte esas condiciones dependen de la regulación legal y de la estabilidad social que es lo que parece que aportan al acuerdo el gobierno y los sindicatos. Pero éstas tienen un alto precio.
 
La regulación adecuada parece depender del entusiasta interés del gobierno en el buen funcionamiento de la economía, como si hubiera alguien interesado en lo contrario, mas si no llega es muy probable que se deba a un interés mayor por mantenerse en el poder generando una maraña de masas dependientes del gobierno en vez de su propio trabajo y eso no puede interesar mucho a los empresario que vayan a pagarlo.
 
Los sindicatos bolcheviques no aportan nada más que una supuesta preocupación por los trabajadores que podrían demostrar de manera diferente a las amenazas de huelgas y otras formas de chantaje social que sólo benefician a la casta sindical dirigente cuyo control de la paz social en beneficio propio es ilegítimo. Al igual que el gobierno parece que intervienen en la economía con sensatez pero está por demostrar que alguno de ellos sepa gestionar algún tipo de actividad económica; una empresa no se gestiona igual que un mecanismo de extorsión. La empresa es productiva con su simple existencia si no el mercado la elimina; el mecanismo extorsionador es depredador, no produce nada y sería mejor que no existiera, aunque quizá sea el precio que haya que pagar para que no pasen directamente al terrorismo; pero también tiene un límite.



* Juan Antonio Martínez Muñoz es profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

Este diario no asume como propias las opiniones difundidas a través de las colaboraciones y cartas al director que publica.

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