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Antes el navajazo de un pitón

 
Me huele la cabeza a pólvora. Pero esto no es ninguna novedad. Soy un desastre de los de verdad. Tranquilos, en realidad no ando por la vida buscando el triunfo. Tengo un largo historial de fracasos, y uno de mis slogans de cabecera siempre ha sido aquello que decía Jorge Oteiza: «No pienso ensuciar mi gran historia de perdedor con una victoria de mierda». No doy para más. Escribo torcido en renglones derechos. A quienes intentan cerrarme la boca les voy a dar un consejo. Antes de desacreditarme piensen un poco. Tendrán el doble de motivos. Lo siento por los amables compañeros de Diario de Pozuelo que han tenido el desvarío de invitarme a emborronar sus páginas. Y la generosidad. Se lo tengo dicho, y me lo tengo dicho, pero no aprendemos. No se puede ir por la vida de buena fe.



Escribes con benevolencia de gentes mediocres y encima no te lo agradecen. A la gente de talento le viene bien un poco de oposición. Pero hay que tener cuajo para soportarla. E inteligencia. Las cometas se levantan contra el viento y no a favor de él. Pero el talento es un bien escaso y no lo vende El Corte Inglés. Ya nos dijo Tácito que quien se enfada por las críticas, reconoce que eran merecidas. Ahora que acecha la gripe A, los políticos vulgares deberían enfadarse menos. Eleva los niveles de cortisol y baja las defensas. Es mejor que lean las críticas como el horóscopo: por curiosidad, no para tomarlo demasiado en serio.

Es lo que hace Gallardón. A mí las olimpiadas me importan un pimiento. Es obvio que los Juegos de 2016 se alejan de España tras el informe del COI, que deja en muy mal lugar a la candidata española. Y sale Gallardón y afirma que la candidatura de Madrid ha salido reforzada. Con dos cojones. Ya sabemos lo que hay que decir cuando las cosas se nos tuerzan y nos den bien por saco. Diremos que salimos reforzados. Claro, por atrás, pero reforzados. Con perdón. Lo tienen merecido. No consultaron seguramente al ilustre concejal de Deportes del Ayuntamiento de Pozuelo, Ignacio Costa, que como todo el mundo sabe es una eminencia en la materia.

Vuelvo para terminar a mi introducción de hoy. O proemio, que diría mi viejo profesor de latín. Como sepultureros, en este país somos admirables. Así que alguien anda intentando ponerme ya la correspondiente lápida. Profesionalmente, se entiende. Supongo que con una inscripción como aquella tan célebre dirigida al finado por su pareja: «Ahí estás, y estás bien. Tú descansas y yo también». Como tengo la filosofía de José Tomás, seguiré diciendo lo que pienso. Caiga quien caiga, aunque sea yo. Antes el navajazo de un pitón que un paso atrás con deshonor. De momento, seguiremos informando aquí.

Así están las cosas. Buenos días y buena semana. Tengan cuidado ahí fuera.

jacobodemaria2@gmail.com


Este diario no asume como propias las opiniones difundidas a través de las colaboraciones y cartas al director que publica.


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