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Como pez en el agua

 

Creo que el alcalde debe estar agotado. Ha comenzado su mandato con mucho ritmo, con la ilusión del novato que estrena cargo.

Dicen que está pendiente de todo. No acabo de explicarme cómo lo hace. En esto se diferencia, y mucho, de su antecesor. Gonzalo Aguado entra a todos los trapos, pregunta, sigue los temas, pone firmes a su equipo cuando hace falta. Carácter tiene. Y eso debe ser bueno para quien dirige a un equipo de gente nada moldeable. Los trabajadores del ayuntamiento son los primeros que han notado el cambio. «¡Pero si hasta se sabe mi nombre!», comentaba alguno al poco tiempo de que hubiera accedido al nuevo cargo.


Arquitecto de formación y de pasión, es consciente de que se juega mucho con el macro-proyecto de la legislatura: el reto de convertir la plaza del Padre Vallet en una gran zona moderna en el centro del municipio. Por eso es muy normal verle a pie de obra con mucha frecuencia. Al menos una vez por semana Aguado se enfunda el casco y las botas y acude a charlar con técnicos y responsables de la obra. De paso entra en la floristería, la frutería o la pescadería y charla un buen rato con los comerciantes. A Aguado no le da igual esta obra, ni cómo afecta a los vecinos: es la niña de sus ojos.

Con gestos como estos parece que el alcalde de Pozuelo tiene muy claro que el ayuntamiento es la institución más cercana a los ciudadanos, y se mueve cual pez en el agua, a pesar de los tiburones que le acechan con intención de propinarle alguna dentellada en cuanto se descuide. Pero hasta ahora los escualos han pinchado en hueso.

¿Estamos en buenas manos? Yo pienso que sí. En diversas intervenciones públicas Gonzalo Aguado ha insitido en que su objetivo principal es el cumplimiento del programa electoral. Hay que cumplir la palabra dada, aunque las promesas no las haya hecho él, sino su antecesor. Su lema, a tenor de lo que dice y de lo que hace, podría ser «programa, programa, programa... trabajo, trabajo, trabajo».

Otros andan enredados en líos varios, dedicados en cuerpo y alma a la intriga palaciega, buscando la posición para el 2011. Parece muy lejos, pero está aquí al lado. Y todos lo saben. Pero ante una misma realidad que se avecina, unos trabajan, otros intrigan. Yo, qué quieren que les diga, prefiero la primera actitud. Los ciudadanos ven el trabajo hecho y no la intriga. Además, se trabaja pensando en los demás y se intriga pensando en uno mismo, en fines estrictamente personales. Parece que Aguado tiene muy claras sus prioridades y nadie le va a ‘aguar’ la más que segura victoria popular en las próximas elecciones municipales.

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