Obama llama a ZP

Después de aprobar la Unión Europea, el pasado domingo, el fondo de rescate para los países más socialistas de Europa, Obama ha llamado a ZP, el ateo que fue a rezar en uno de los mayores gestos de servilismo que se han visto y que ninguna persona sinceramente religiosa habría realizado.

Es fácil entender que, al igual que los alemanes, esté preocupado por las inversiones que las empresas norteamericanas hicieron en España cuando gobernaba la derecha. No es para menos porque corren serio peligro. Esas empresas evalúan los resultados y no se conforman con una dosis de droga o un guirigay de entretenimiento en las televisiones como los votantes de ZP, ni tienen la paciencia de los sufridos trabajadores españoles. Tienen que rendir cuentas a los inversores y no aceptarán que sus beneficios vayan a comprar los votos cautivos que mantienen el improductivo poder mafioso parasitario de España, del que ZP es sólo una marioneta. Están acostumbradas a evaluar el precio de las cosas y no aceptarán de aval la palabrería oficial. No tapan la contabilidad con gestos de titiriteros cejijuntos o de paisanos-públicos paniaguados (El bloque de El Pis e Investia).

El dilema al que se enfrenta el bolivariano ZP es simple; puede seguir pagando el imprescindible apoyo del improductivo aparato extorsionador sindical, de los titiriteros que sostienen la gaycracia, de las vanidosillas ministras que, inútiles e incapaces de pensar, sólo saben promover el aborto con el que se promocionaron en el partido en su condición feminista (no femenina). Pero con cinco millones de parados a los que sólo puede ofrecer brotes verdes de marihuana, los trabajadores españoles no dan más de sí. Se suma la posible factura por la traición de ceder parte de España en un estatuto inconstitucional para conseguir apoyos de separatistas subversivos antiespañoles e insatisfechos si España no se hunde y la de los favores a los terroristas para pagar ayudas inconfesables. La alternativa de pasar a la historia como uno de los tipos que más ha hecho por arruinar a España con tal de servir a unos oscuros intereses pasa por acentuar el enfrentamiento social que ya viene promoviendo para luego culpar a las víctimas y que otros reconstruyan el país; alguien volverá a poner bombas en los trenes cuando esté bien para recuperarlo y volver a esquilmarlo.