Yo por mi partido… MATO
En los años ochenta el popular periodista y humorista Pedro Ruíz recorrió las principales capitales europeas con un autocar con un enorme lema impreso que nos proporcionó bastantes carcajadas: "Enhorabuena europeos, ya sois españoles". Eran los años ochenta y Europa nos parecía algo lejano y desconocido. Los rifi rafe de la política italiana nos causaban risotadas, como si aquello jamás pudiera ser posible en nuestra piel de toro. Pero hemos sido rápidos, y hemos aprendido a velocidad de vértigo de nuestros vecinos. Incluso les hemos aventajado en muchas cosas. No en economía ni en gestión, claro, pero sí en clave de tontería. Y ya se sabe que los españoles cuando nos ponemos, nos ponemos.
Como la estupidez de Chikilicuatre en Eurovisión no nos pareció suficiente, hay quien se ha obstinado en que ahora se suba el listón de la tontería nacional y la vergüenza ajena. Algún directivo de una productora televisiva se le ha ocurrido pensar, "si los italianos tuvieron a Cicciolina, nosotros podemos tener a nuestra Belén Estéban". Y dicho y hecho. El debate no sólo se instaló en la calle y trajo ríos de tinta. Una empresa especializada y seria llegó a realizar una encuesta que situaban a la popular comentadora de San Blas como la tercera fuerza política de España, con 7 diputados nada menos. Pero sería interesante pararse a pensar qué está sucediendo para que esto pueda ser posible.
Quiero aclarar que nada tengo contra Belén Estéban, a quien por cierto conozco personalmente desde hace años ya que nuestras hijas fueron compañeras en el colegio Joyfe de Madrid. Ella hace su trabajo, genera noticias y me parece que ser capaz de mantenerse en la primera línea del mundo del corazón tiene su mérito. Yo no valdría para ello, pero la reconozco su mérito. A cada cual hay que darle lo suyo.
Otra cosa es que cientos de miles de ciudadanos estén dispuestos a darle su voto en unas elecciones. Sería una buena ocasión para plantearnos en qué punto de degradación se encuentra nuestra clase política para que en lugar de votarles a ellos, esos ciudadanos prefieran votar a Belén Estéban. Sería bueno pararse a pensar porqué alguien puede preferir votar a Belén, que siempre ha demostrado y hecho gala de una absoluta ignorancia de la política, la economía o nuestra sociedad. Sería un buen momento para pensar si los espectáculos a que nuestros políticos nos tienen acostumbrados, no estarán generando el caldo de cultivo para que personas sin escrúpulos y con un buen manejo de los medios pudiera llegar a detentar la representación de todo un pueblo. Y no es que Belén sea de ese tipo de personas, pero otras quizás sí, y nos tengamos que lamentar a posteriori. No sería la primera vez, ni la última.
Esperemos, por el bien de todos que no tengamos que vivir en carne propia las enseñanzas de aquella película interpretada magistralmente por Lizza Minnelli, Cabaret. Porque no olvidemos que después del cabaret, vino el nazismo. Es la ley del péndulo. Un péndulo peligroso sobre el que todos deberíamos reflexionar. Y puestos a ello, los primeros que deberían pensar qué están haciendo para que esto ocurra es nuestra clase política. Una clase política que a lo mejor no está comprendiendo que los tiempos les han pasado por encima y se comportan como dinosaurios del pleistoceno en plena época de las nuevas tecnologías. Esperemos que no tengamos que escuchar en el hemiciclo frases como... yo por mi partido... MA..TO.
*César Román es el portavoz de la Asociación Profesional de Directores de Recursos Humanos.
Cesar Román
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