De pajas, vigas y planchas

Los hay con rostro, y los hay con una verdadera cara dura, de los que tendrían que quitar primero la viga de su ojo para poder criticar la paja ajena. Y es que resulta que Murdoch Tori, un iluminado de los blogs, se permite preguntar al alcalde de Pozuelo, con ocasión y sin ella, por los motivos por los que este medio de comunicación tiene su sede social en una instalación municipal, en concreto en el Valle de las Cañas. No es el momento de contestar, porque el tema está suficientemente explicado. Si no, que se lo pregunten a los casi 500 asociados o a los jóvenes periodistas pozueleros que han encontrado trabajo gracias a una institución que les ha facilitado las prácticas.

Lo mala que es la envidia se demuestra con este sujeto, al que no dedicaré más calificativos porque sigue plenamente actual mi artículo de hace nueve meses. Sí, exactamente el tiempo de un embarazo. Y hablando de cuestiones embarazosas, alguien tendría que explicar cómo es posible que todo un magnate de la comunicación y los electrodomésticos habite desde hace años en una vivienda social municipal. Sí social. No ya de protección oficial, sino social. Y es que, como muy bien explica el reportaje publicado por mis compañeros de Diario de Pozuelo, la vivienda social está reservada a personas con ínfimos recursos económicos.

Hombre, que yo sepa, ni el blog de wordpress ni las planchas le dan a este señor pingües beneficios. Pero tan poco, tan poco, como para establecer su nidito en una vivienda social... Quizá el ayuntamiento quiera o pueda dar una explicación a los pozueleros. Porque es una obscenidad que, en los tiempos de crisis que nos ha tocado vivir, o malvivir con la ayuda de ZP, haya determinados advenedizos que chupen del bote de las arcas municipales, o quiten una vivienda digna a otros que sí la merecen, porque tienen en paro a toda su familia o porque no pueden pagar una casa mínimamente digna.

Mucho me temo que ser propietario de un chiringuito de reparación de electrodomésticos debe ser incompatible con el disfrute de una vivienda social. Máxime cuando los criterios de concesión son -deben ser- revisables, porque las circunstancias cambian. Y una vivienda social debe ocuparse el tiempo imprescindible, hasta que el sujeto beneficiario mejore su situación económica. ¿No ha mejorado? Yo creo que sí: su buen coche, su localito para arreglar chismes, su blog...