Mujer trabajadora
Quiero disculparme ante mis lectores de no haber escrito nada últimamente, las dificultades que atraviesa el holding en el que trabajo de becaria, que le están obligando a despedir a trabajadores masivamente, me lo han impedido. Los sindicatos no hemos tenido ni tiempo de protestar contra sus eres para preparar el día de la mujer trabajadora. Día que yo misma ni siquiera he podido celebrar por exceso de actividad sindical; pero sí quiero hacer una pequeña reflexión sobre él. Siempre me he considerado una feminista radical y quiero denunciar la hipocresía de algunas de nuestras principales representantes políticas, no sin algo de autocrítica, para avanzar.
Bien mirado y dado que, cuando seamos todos iguales, con el proyecto de nuestro líder ZP, no va a haber ni hombres ni mujeres, sino que seremos todos gais, lo deberíamos ir cambiando ya al día del gay trabajador porque, aunque ente los trabajadores hay pocos, el gobierno ya ocupan la mayoría de los puestos relevantes. Y con esto no quiero apoyar a los fachas maledicentes que dicen que España es una “gaycracia” porque todos los gais están concentrados en el gobierno, sino proponer que toda la sociedad vaya participando, poco a poco, en la sociedad sin géneros que supera nuestro proyecto de sociedad sin clases.
Me preocupa, por eso, que demos demasiada importancia a los programas de corazón en las televisiones, eso que genera ansiedad en muchas mujeres de izquierdas que nunca van a conseguir tener el nivel salarial de esas cuatro diosas de la democracia laica que aparecen en ellos; máxime cuando hay gente que considera que esto explica por qué los lectores de El País o Público están tan rabiosos. La información oficial ya se ocupa poco o nada de las muchas de las mujeres pobres, las deja marginadas cuidando a hijos, familiares ancianos o enfermos o trabajando laboriosamente y gira exclusivamente en torno a las cuatro liberadas que están en los diversos harenes de Berlusconi en la Península. Pero debemos evitar que esa inmensa mayoría de trabajadoras se queden sin conformar al modelo de las lesbianas oficiales que salen en los constantes programas del corazón porque, si no las adaptamos, van a seguir manteniendo los prejuicios de género y considerando que las televisiones son simples mecanismos de promoción de meretrices que, siendo de izquierdas, reproducen estereotipos de la derecha.
En esa línea me alegro extraordinariamente de que, por fin, la Universidad Complutense pueda tener un rector gay, un tal Codornices según me han dicho, y que un sector de la derecha se vaya modernizando y lo apoye, y me lo creo porque lo dice el propio candidato, de otro modo me parecería imposible que la carcunda de siempre apoye a un candidato tan progresista. Aunque todavía no haya salido del armario sin duda saldrá cuando le hayan votado sin prejuicios y no puedan impedir que gobierne con su magnífico talento. Ha sido el principal apoyo del rector comunista que, en los últimos ocho años, la ha gestionado económicamente. Seguramente la sacará de la crisis igual que los directivos del grupo donde trabajo lo sacarán de la quiebra, contaremos con la ayuda de ZP y los sindicatos. Para mí tienen más credibilidad que Moody’s y será un avance para la democracia, el tipo de avance que no tiene precio y en el que hay que invertir todo lo que haga falta.
Jennifer García
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