Vandalismo tras las mareas
Era 23 de Febrero. Malo. No me gusta recordar esa fecha aunque a algunos grupos progresistas parece que le encanta. Febrero tiene 28 días pero esta gente tenía que elegir el 23 para manifestarse. Sintomático.
El caso es que las autollamadas 'mareas ciudadanas' decidieron que sus manifestaciones rodeasen el Congreso de los Diputados en un día en el que a mi me vinieron a la memoria demasiados malos recuerdos. Es cierto que eran manifestaciones pacíficas pero, como casi siempre pasa en estos casos, la cosa derivó, al final, en vandalismo con 45 detenidos, nueve de ellos menores de edad, y un total de 40 personas fueron atendidas por heridas leves, de ellos doce agentes de Policía. Así son estas historias. Cría cuervos y te sacarán los ojos. Se sabe como empiezan pero no cómo terminan.
En la glorieta de Atocha, después, fueron arrojadas las mesas y las sillas de la terraza de un bar a la calzada, mientras que en la calle Delicias hubo incendios de contenedores de basura. Juega con fuego y te quemarás.
La toma de las calles adyacentes al Congreso es la última moda de la progresía española. Ese emblemático lugar es el centro de las reivindicaciones y quejas de colectivos más diversos, como en esta ocasión. En esta manifestación se reunieron profesores con su "Marea Verde", médicos con su "Marea Blanca", movimientos indignados del 15M, trabajadores de Telemadrid, la Coordinadora del 25S, trabajadores de Iberia, la plataforma de afectados por las hipotecas y los mineros y mujeres del carbón entre otras decenas de colectivos convocados para el 23-F.
Muchos colectivos, por cierto, y poca gente manifestándose. Y eso que cuentan con el apoyo de los líderes de la izquierda. Sin ir más lejos, esta manifestación del 23-F fue alentada por un tipo como Cayo Lara, defensor de la dictadura castrista de Cuba, que animó a la gente a "conquistar" en las calles lo que "de alguna manera" los ciudadanos no pueden hacer en el Parlamento. Y ya se sabe que esta gente sigue manteniendo en su subconsciente el viejo sueño del Asalto al Palacio de Invierno. Si una cosa así lo hubiera dicho un político de derecha, hoy sería primera página en todos los periódicos como incitación al golpismo. Como lo ha dicho un político de izquierda y casposo, se tapa.
Pero a mi esas palabras me dan miedo. Y más en España. Y me duele el poco respeto que le tienen algunos izquierdistas a las instituciones democráticas. Como miedo me dio pensar que este 23-F de 2013 pasara a la historia de la democracia como aquel 23-F de 1981. La única diferencia ha sido que en aquella infausta ocasión los golpistas consiguieron entrar en el Congreso y en esta vergonzosa ocasión la policía paró los pies, afortunadamente, a unos indeseables. Porque de lo contrario hubieran entrado también.
No voy a condenar a los que se manifestaron de buena voluntad. Lejos de mí. Están en su derecho. Y, seguramente, eran pacíficos pero no debemos olvidar que estas manifestaciones son un caldo de cultivo perfecto para que se unan a ellas lo peorcito de cada casa y monten pollos como el que se montó. Y eso es vandalismo.
José María Bravo
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