El testimonio de los refugiados sirios a escena con ‘Kalimat’
Con la única intención de mostrar su propia realidad, un grupo de diez refugiados sirios instalados en el asentamiento de de Nea Kavala, en Grecia, han descrito sus propias vivencias del día a día con el objetivo de llevarlas al escenario de un teatro.
En un relato alejado de las ideas políticas o religiosas, estas diez personas cuentan su día a día desde que tuvieron que dejar su país y sus vidas por culpa de la guerra. Cinco hombres y cinco mujeres reales cuentan así su trágica experiencia, que les ha obligado a abandonar todo para huir de la guerra en un viaje duro hacia una Europa cruel e insolidaria.
Kalimat, que significa ‘Palabra’, es una obra que se representó el pasado mes de mayo en el teatro de la Abadía de Madrid con una función solidaria a favor del proyecto Paramythádes (contadores de historias en griego), con la participación de la dramaturga Helena Tornero y bajo la dirección de Jorge Picó.
Una de las historias que se relatan en Kalimat es la de Fátima Faraj, que describía el asentamiento de refugiados de Nea Kavala como “una pequeña ciudad a la espera de la nada”. Fátima llegó a Grecia tras un tortuoso viaje acompañada de sus hermanas y de su madre, y que tuvo como punto de partida Quneitra, al sur de Siria. Ahora Fátima reside en la ciudad alemana de Colonia, pero su Madre, Kahmissa, aún sigue en Grecia.
Esta obra nace de un encargo realizado por el Teatro Nacional de Cataluña con la idea de construir un relato fiel y real de la vida de los refugiados de Nea kavala, situado en un antiguo aeropuerto militar griego, lugar en el que se realizó un taller de teatro para los refugiados.
Helena Tornero explica que pidió únicamente que le explicaran su día a día y asegura que únicamente ordenó los relatos de forma cronológica. Historias impactantes con protagonistas como el hambre, la falta de recursos sanitarios, la burocracia, la falta de dignidad o el absurdo son parte del relato de esta obra que trata de plasmar la dura realidad de estas personas.
Jorge Picó, encargado de dirigir la versión en castellano, ha contado con la colaboración de diferentes actores que se han prestado a dar voz a las palabras de estos diez refugiados. En palabras del propio Picó, “estos testimonios ayudan a que se vayan abriendo grietas en el muro de la incomprensión. Es una manera de ayudar a que el mundo se compadezca de ellos”.
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