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Ha sido un inmenso honor

Ha sido un inmenso honor

No puedo decirlo más claro: ha sido un inmenso honor trabajar durante los últimos 12 años como concejal en Pozuelo de Alarcón. Trabajar para Pozuelo y por Pozuelo, que es trabajar para la gente de Pozuelo.

Cuando aquel lejano 27 de mayo de 2007, entrada ya la noche, se confirmaba que el Partido Popular conseguía 19 concejales, y yo era el número 19, no sabía lo gratificante que iba a ser la aventura que iniciaba en ese momento. Doce años después puedo decir con firmeza de nuevo que ha sido un privilegio y un honor.


Decía el Papa Francisco que hay tres palabras que siempre tienen que estar presentes en un matrimonio: gracias, perdón, permiso. Sin llegar a calificar mi relación con Pozuelo desde el Ayuntamiento como “matrimonial” –aunque las horas dedicadas, las alegrías vividas, los disgustos sufridos o los proyectos emprendidos bien podrían avalarlo-, estas palabras me sirven para dar gracias, porque tengo innumerables motivos para dar gracias: por los cientos de personas que he conocido, por los muchísimos amigos que he hecho, por todo lo que he aprendido, por los magníficos trabajadores municipales con los que he coincidido, por los equipos de gobierno a los que he pertenecido, y por tantas cosas más. Doy muchas gracias a Dios por la gran oportunidad que he tenido de trabajar durante 12 años para “mi pueblo”.

También para pedir perdón: no quiero dejar pasar la ocasión de pedir disculpas por todas aquellas ocasiones –que seguro que han sido muchas más de las que soy consciente- que no he sabido estar a la altura que el ejercicio de un cargo público exige. A todos aquellos que no se hayan sentido atendidos o escuchados como merecían, mis más sinceras disculpas.

Y en tercer lugar, más que pedir permiso, pedir con un “por favor” que todos los que continúan en la corporación y los que se incorporen el próximo 15 de junio se sientan tan bien tratados como yo me he sentido tratado en todos estos años.

Vuelvo a la docencia, vuelvo al Colegio Retamar, de donde salí hace 12 años. Es tradición en el colegio que cada vez que sale una promoción, haga un regalo al colegio. En estos años en los que he estado fuera, una de ellas hizo un regalo con mucho “poso”: un monolito de granito a la entrada del colegio, con dos inscripciones; si entras pone “entra por esta puerta con la decisión de aprender”, si sales se lee “sal por esta puerta con la pasión de servir”. No tengo claro que entonces yo saliera consciente de la pasión que iba a poner en el servicio público, pero sí que puedo decir que vuelvo con el apasionante reto de ayudar a mis futuros alumnos a que entren al colegio dispuestos a aprender.

Nada más. Acabo repitiendo lo dicho al principio de esta carta: ha sido un inmenso honor dedicar estos 12 años de mi vida al ejercicio de la política, de la política municipal. Creo que no los olvidaré nunca.

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