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Comunión negada

 

Un párroco de Barcelona rehúsa dar la primera comunión a una niña con síndrome de Down agudo y la jauría progre monta el habitual escándalo que aumenta la rabiosa agresividad contra la Iglesia de los votantes de ZP que estaban tan tranquilos disfrutando el pleno empleo derivado de su genial gestión de la economía.

La madre podría haber llevado a su hija a que la admitieran como becaria en alguna empresa del grupo “TRIZA”, caso de que no le importe que tenga que abortar varias veces para subir pequeños peldaños en el escalafón, y vería que allí no discriminan a nadie; por eso se escandalizan del proceder del párroco discriminador.
 
La podía haber llevado al palacio de la Moncloa o al bunker de Ferraz para que la hicieran super-ministra de algo parecido a la igualdad, caso de que tampoco le importe tener que promover el aborto para tapar la indignidad de las anteriores becarias con alucinaciones de derechos; vería que no se informa de discriminaciones porque allí tampoco discriminan cuando cualquiera solicita a diario un cargo o prebenda; todos son tratados por igual en el reparto.
 
La podría llevar a una logia para que le dieran el grado 23 y la dirección general anexa en el gobierno de ZP; no creo que la encuentre tan fácil como la iglesia pero si, por una extraña casualidad, se diera el caso vería que regalan los grados fácilmente a cualquiera y más aún a las mujeres, sin porteros de discoteca que discriminen en la entrada. Por eso pueden exigir tolerancia a la Iglesia con los sacramentos.
 
Finalmente, siempre que no le preocupe que pueda contraer alguna enfermedad venérea, podría solicitar que le administre el sacramento el clérigo talibán Zerúlo, de la iglesia translaica, que también bautiza y no discrimina en función del sexo o del discernimiento del solicitante; si contrajera el sida nadie informaría de ello.
 
Con tantas opciones, si la madre aguanta la discriminación de la Iglesia es porque quiere. Aunque si lo que busca es aprovecharse de la situación de su hija para adquirir notoriedad en la farándula mediática progre, la única posibilidad es insistir en la comunión y denunciar al párroco ante el “juez” Garçín para que instruya las diligencias oportunas y las filtre a los de siempre para amplificar el escándalo de los inocentes (por incapaces de sacramentos) votantes de ZP.



* Juan Antonio Martínez Muñoz es profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

Este diario no asume como propias las opiniones difundidas a través de las colaboraciones y cartas al director que publica.

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