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Que pase el siguiente

 
Sigo a miles de kilómetros. Lo malo de estar tan lejos, y escribir el artículo 4 o 5 días antes de su publicación, es que la actualidad te desborda. Perseguirla es como tratar de atrapar tu propia sombra. Imposible. Todo se vuelve viejo en una tarde. Incluso en agosto. Habría que cerrar la política en verano. Prohibido hacer declaraciones. Las últimas en las que me detuve fueron las de De la Vega mandando definitivamente a tomar viento la separación de poderes del Estado. Cuando intento volver al mundanal ruido a través de internet, veo en el periódico gubernamental un apoteósico editorial que pide nada más y nada menos la dimisión de la secretaria general del PP y le reclama decencia democrática. ¡Qué tipos!


Mientras tanto, casi simultáneamente, en Palma de Mallorca a unos implicados en otro supuesto caso de corrupción, naturalmente del PP, se les acusa de delitos que no están castigados con penas de reclusión, pero se les encierra 72 horas en los calabozos. Y se les pasea esposados ante los medios de comunicación. Es intolerable. Eso sí que es indecente. Hay terroristas de ETA a los que se trata con mayor consideración. No lo vi, pero supongo que El País dio la foto en primera página. De eso se trataba. Por eso es preciso hacer un esfuerzo y no dejar de separar la paja del grano. En agosto cuesta más.

Porque las cosas no marchan nada bien. Y no tienen perspectivas de mejorar. Los problemas reales se suceden y las soluciones no aparecen. Zapatero es el hombre equivocado, en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Eso ya lo sabemos todos. En una democracia un poco más avanzada sería el momento de decir ya: «Que pase el siguiente». Pero aquí todavía estamos abriendo fosas de la Guerra Civil. Esto no funciona, y la primera dimisión que pide El País es la de Dolores de Cospedal. Es una curiosa modalidad de periodismo. Pedir cuentas a la oposición y masajear al Gobierno. Cualquier estudiante de primaria es consciente de la persecución a la que está siendo sometido el PP desde distintas instancias del Estado. La corrupción, que es muy probable que exista, nada tiene ver con esto. Sólo es el pretexto. El CIS ya sitúa al PP por encima del PSOE, así que hay que apretar el acelerador de la cacería contra la oposición.


En El País están enfadados. Mucho. No les salen las cuentas. Ni las económicas, ni las otras. Todo el castillo de naipes que habían construido con los trajes de Camps se les ha venido abajo. Quieren, por tanto, poner las cosas en su sitio. El cañón Berta que propala todo tipo de dislates sobre el PP no para ni parará. Pero deberían tener cuidado porque el gran cañón se puede recalentar. Le suele pasar a ese tipo de armamento. Es capaz de una gran cadencia de fuego, pero se sobrecalienta si es empleado para abrir fuego continuo. Y estos farsantes del periodismo no sólo no tienen pinta de querer descansar. Van más lejos. Ahora, recuperan otro de sus viejos deportes favoritos: el reparto de credenciales de demócratas a quien ellos consideran oportuno. Es delirante. Y vuelven a sacar por enésima vez el cuento de la crispación. Del PP, claro. Qué originalidad. Si alguna vez consiguen dejar de mezclar las verdades con los rencores sus páginas se quedarán vacías.

jacobodemaria2@gmail.com


Este diario no asume como propias las opiniones difundidas a través de las colaboraciones y cartas al director que publica.

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