Islas

El otro día asistí a una tertulia que organizaba Esmirna en el pub James Joyce. La invitada era María Antonia Ortega, una de nuestras grandes poetas vivas, en palabras de Ángel Guinda. Escuchar a Maria Antonia fue un placer para el alma y el cuerpo: "Ganas me dan de suicidarme; me pasa lo contrario que a muchos escritores, ellos intentan encontrar la vida dentro de los libros; por el contrario, yo busco lo que dicen los libros en la vida".

Coinciden ahora mismo tres exposiciones  de tres interesantes artistas: Carmela Saro Bernaldo de Quirós, Antonia Valero y Mareta Espinosa. En la galería Edurne de El Escorial Mareta nos seduce con su cementerio contemporáneo: la huella de nuestra civilización son los neumáticos amontonados en los vertederos. Rotundos escenarios que reflejan la paradoja de nuestra sociedad que vomita a la vez que consume.

Antonia Valero, en la sala Barjola de Las Rozas hace un hara kiri de sus dolores y los convierte en placer estético, pasando a los místicos por mallas y licras. Y Carmela Saro, en Ra del Rey, se adentra en el discurso de género con una obra que refleja belleza y ensoñación. Tres propuestas, me atrevería a decir que complementarias.

El arte me pierde. Yo quería quejarme de la gran estafa que suponen los números 902. No nos basta con tener unas de las tarifas telefónicas más caras del mundo, sino que encima nos sangran cuando tenemos que quejarnos a la compañia eléctrica o pedir una bombona de butano.