Pasión de los fuertes
En recuerdo de Luis San Román Gomendio
"Mi naturaleza no me permite rendirme. Persistiré. Esperaré a que aprendáis a convivir conmigo." Pienso que estas palabras son como una breve autobiografía de Luis. Él las aplicaba al silencio, protagonista de uno de sus últimos cortometrajes, y aunque a Luis le encantaba hablar, en cierto modo poseía esa discreción del silencio, pues nunca le oímos quejarse por el malestar y las limitaciones que le producían la enfermedad que al final se le ha llevado, dejándonos inmersos en el dolor a familiares y amigos.
Luis era un hombre apasionado y fuerte, una joven promesa para el cine español, tan necesitado de aires nuevos, y se ha ido a una edad muy temprana, pero en esos 25 años alcanzó una notable madurez personal y creativa que se puede ver reflejada en sus películas (recomiendo vivamente el visionado de Alegoría y de El padre) y en el trato afable que dispensaba a los que tuvimos la suerte de conocerle. No puedo olvidar sus detalles de afecto: la felicitación en el día de mi cumpleaños el pasado agosto, cuando ya su salud estaba muy mermada; o el empeño que puso para que pudiéramos entrevistar al actor americano Jim Caviezel, protagonista de una de las contadas películas que salían victoriosas ante su riguroso criterio fílmico: La Pasión de Cristo.
Los expertos en guión cinematográfico definen al héroe como aquel personaje cuyo lema vital es "proteger y servir", y creo que Luis encaja de maravilla en esta descripción, algo que su familia conoce muy bien. Un héroe local, cotidiano, luchador, a veces pertinaz –nunca olvidaré nuestras discusiones sobre temas cinematográficos o más trascendentales– pero siempre respetuoso con las ideas de los otros.
Sé que Luis creía en la otra vida, en parte por una experiencia personal cuando estuvo en coma -similar a las descritas por Clint Eastwood en Más allá de la vida–. Sabía que esta vida terrena no acaba con la muerte, sólo se transforma. Pasamos de De aquí a la eternidad para Vivir para siempre; que el ser humano es Un hombre para la eternidad, y por eso Qué bello es vivir aunque sea en Tierras de penumbra, con dudas e incertidumbres, pero Camino al paraíso tras alcanzar La última cima. Allí, es nuestro deseo y nuestra petición, se encontrará con Dios, el Gran Director y Productor de la película de su vida, y disfrutará de amenas tertulias con sus admirados Truffaut y Kieslowski.
Un día Luis se presentó en la emisora de Pozuelo Radio con un ejemplar que había comprado de mi libro sobre Blade Runner y yo le lancé la típica expresión de los que no somos precisamente autores de best sellers: ¡ah, fuiste tú! Incluso en ese detalle le estoy agradecido. En dicho librito se habla de algo a lo que Luis me atrevo a decir que aspiraba: la nostalgia por un mundo mejor, donde brille el sol y los recuerdos no se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia. O como dice el Apocalipsis: un nuevo cielo y una nueva tierra donde habite la justicia y no haya llanto ni dolor. Y creo que eso es lo que busca un ser tan enigmático como somos nosotros, y eso es la trascendencia.
Por eso, la pena ante la muerte de Luis no puede llevarnos al nihilismo y a la desesperación como si se hubiera ido del todo. Amar a alguien, como dicen muchos filósofos, es como decirle: ¡Tú no morirás! o, como afirmaba Ortega y Gasset, es no poder concebir un universo donde la persona amada no esté presente. Y para los que tenemos fe en Jesucristo el adiós no es definitivo, esperamos en el reencuentro que Luis expresaba así, de modo poético: "Volveré cuando consigáis valorar una mirada y desistáis de confundir a vuestro miedo con el Tiempo y a vuestro vacío con la necesidad de Ruido. Ese día regresaré junto a vosotros."
Juan José Muñoz
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Luis San Román Gomendio falleció el pasado 6 de septiembre a los 25 años de edad. Llevaba varios años colaborando en Pozuelo Radio">Pozuelo Radio, en el programa de cine El Proyector.
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