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La huelga de los sindicatos caducos

La huelga de los sindicatos caducos

La reforma laboral que ha hecho el Gobierno de España es tan profunda y tan revisionista de los viejos conceptos que existían en el mercado laboral español que es imposible que todo el mundo esté de acuerdo. Y, menos, desde el ámbito sindical, ya que, por un lado, ha puesto patas arriba la estructura obsoleta de ese mercado laboral y, por otro, ha removido los cimientos del sindicalismo español, heredero directo del sindicalismo tardofranquista, acostumbrado a vivir de subvenciones y prebendas y a hacer ostentación de un poder que no tiene en la realidad. Y eso es muy duro.

Y es que los grandes sindicatos españoles viven en el siglo pasado. Defienden el puesto de trabajo en lugar de defender la creación de empleo. Y esa forma de pensar está anclada en lo más profundo del siglo XX. De ahí toda esa retahíla de frases hechas y tópicos que les hemos oído decir en las últimas semanas.
No entienden que el Gobierno estaba obligado a hacer algo para parar la sangría que supone la pérdida constante de puestos de trabajo. Y si no se conseguía reducir con medidas cataplasma como hacían los socialistas, había que usar la cirugía. Por eso, todo lo que sean medidas que ayuden a fomentar el empleo y a crear puestos de trabajo, tienen que ser bienvenidas, aunque al principio sean dolorosas.


Se entiende, entonces, que los sindicatos estén molestos porque han perdido poder. Esta reforma elimina buena parte del control que ejercían, junto con la patronal, sobre la negociación colectiva y los presupuestos de la formación profesional y abre el camino que les llevará a perder las generosas subvenciones que recibían. Pero deberían ser menos demagogos. Y convocar una huelga general en este momento es pura demagogia. Entre otras cosas, porque no está España para huelgas generales y porque, además, la tienen perdida. Sólo tienen alguna posibilidad en Madrid.
Saben que si paran Madrid habrán triunfado pero que si no lo consiguen su fracaso será total. Hasta ese punto de debilidad están las huelgas generales en el Siglo XXI. Y, especialmente, en España.

Estos sindicatos caducos solo tienen una opción para triunfar: no dejar salir el transporte público de sus hangares. Que no haya metro ni autobuses municipales. Que nadie pueda ir a trabajar aunque quiera. Porque ya ni siquiera la televisión les sirve. Aunque consiguieran parar TVE y Telemadrid (que lo harán) apenas les servirá de nada. Ya no estamos en tiempos de aquella huelga que triunfó cuando llevaron a negro a TVE, a las doce de la noche, porque era la única televisión que había en España. Ahora ya no pueden hacerlo porque, además, TVE está desprestigiada. Sólo les vale parar los transportes públicos y, únicamente, en Madrid.

Por eso están ya amenazando con sus piquetes violentos. Los llaman informativos pero, en realidad, son coercitivos. Informativos eran en la primera mitad del Siglo XX, cuando la comunicación no se había desarrollado y había que informar a los trabajadores de lo que pasaba. Hoy, son represivos porque ya no hace falta informar al trabajador. Todo el mundo está ya informado. Ahora lo que ejercen es coacción cuando no violencia sobre los trabajadores que quieren trabajar.
No sé si el sindicalismo español será capaz de parar Madrid el día 29. No lo creo. Pero aunque lo consiguiesen y se apuntasen un gran éxito, será una victoria pírrica. No habrá servido de nada. Se habrán mirado al ombligo pero no habrán movido un ápice una reforma porque es, absolutamente, necesaria llevarla hasta sus últimas consecuencias. Aunque a ellos les quite su poder omnímodo y de otro tiempo y lugar.

 

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Olivo Cortés

*Este diario no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores de las cartas al director.

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