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Los cien días de Ana Botella

 


Una de las más gratas sorpresas de la llegada del PP a la responsabilidad de gobernar en España, de una manera global, ha sido Ana Botella. La nueva alcaldesa de Madrid, en apenas cien días, ha cambiado la forma de entender la política municipal de la capital de España y ha conseguido encender de nuevo los motores de un inmenso trasatlántico que de dejaba llevar por la inercia.

Como ya escribí en esta misma columna, hace unos días, Ana Botella es, junto a Esperanza Aguirre, la mujer más odiada por la izquierda española. No pueden evitarlo. Es superior a sus fuerzas. Su odio a esta mujer le sale por todos los poros de su cuerpo. La impresentable actuación, hace unos días, del concejal socialista Gabriel Calles llamándole varias veces en su discurso como "señora de Aznar, doña Ana Botella, alcaldesa de Madrid", con toda la mala uva del mundo, no es más que la ratificación de ese odio irrefrenable.

Pero, frente a esa extraña y vergonzante manera de entender la oposición, la señora Botella responde con una sonrisa, con un gesto educado y afable y con una manera, en definitiva, distinta de hacer política. Contra la ira socialista, templanza de alcaldesa. Pero junto a ese comportamiento nuevo en el Ayuntamiento de Madrid, que está rompiendo protocolos, etiquetas y ceremoniales, está la seriedad y la imaginación de su gobierno.

La seriedad la ha puesto de manifiesto con unas medidas que permitirán poder pagar a sus proveedores y con la descongelación de algunas tasas municipales, que no se actualizaban al IPC desde 2009 (y de las que se libran las tasas de basuras, vados y Bomberos) para poder seguir manteniendo la misma calidad de todos los servicios.

Además, con el anuncio de la reducción del 50% del número de liberados sindicales, ajustando así su número a lo que establece la ley. Que ya les vale. A cambio, no habrá despidos. Aunque los trabajadores municipales sufrirán recortes en el pago de las horas extras y beneficios laborales como, por ejemplo, algunas ayudas sociales (gafas,dentista...) que desaparecen. Todo para intentar ahorrar, entre 2012 y 2013, del orden de 554 millones de euros, que es una pasta.

Pero junto a la seriedad de la señora Botella está su imaginación. La alcaldesa acaba de anunciar la incorporación de Madrid a 'Cities of Service', un modelo establecido por el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, en 2009, y que supone un paso importante hacia un mundo donde los gobiernos locales incluyan a sus ciudadanos en la resolución de problemas urbanos. Madrid será la segunda ciudad internacional, tras Londres, en unirse a esta red de gobiernos locales, que cuenta también con la presencia de más de un centenar de ayuntamientos estadounidenses.

"Su finalidad, en palabras de la propia alcaldesa, no es sustituir trabajadores, ni reemplazar a las entidades del voluntariado, sino todo lo contrario: potenciar, fortalecer y proyectar este ámbito como una de las expresiones más importantes de la acción social altruista en nuestra sociedad".

Ana Botella piensa que con esta idea, tan innovadora como brillante, "la sociedad española ya no se conforma con contribuir sólo económicamente". "Quiere implicarse activamente y asumir más responsabilidades en temas relevantes para el desarrollo social, como la educación, la Sanidad o la ayuda a los desfavorecidos".
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Con la incorporación de Madrid a 'Cities of Service', la capital española se convierte en la capital del voluntariado en España y en la primera ciudad de habla hispana en este programa, lo que la convierte en una referencia para los países de Iberoamérica. No se pueden hacer más cosas en menos tiempo.


Olivo Cortés

*Este diario no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores

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