El Monasterio Cartujo
Por Capitán Possuelo.
Andaba yo paseando con mi perro por el Parque de la Cárcavas (habría que hacer algo para acabar con la mala fama de este fantástico oasis) cuando observé que el perro sólo quería ir de sombra en sombra, en un síntoma claro de que hacía un calor de la milk.
Por Capitán Possuelo.
Andaba yo paseando con mi perro por el Parque de la Cárcavas (habría que hacer algo para acabar con la mala fama de este fantástico oasis) cuando observé que el perro sólo quería ir de sombra en sombra, en un síntoma claro de que hacía un calor de la milk.
En el pueblo en que nací se califica el calor en cuatro grandes grupos según su propia intensidad y de menos a más. A saber: El Caló, La Caló, Los Calores y Las Calores. Es una especie de DEFCON americano a la extremeña. Y aquel día según mi perro debíamos estar en DEFCON 2 para 3, o lo que es lo mismo, a punto de pasar de La Caló a Los Calores... Y eso me hizo pensar que este viejo Capitán debía ponerse también a la sombra. Total, que me fui a buscar agua fresca a la Repsol, que está cerca, y me dispuse a esperar a que me vinieran a buscar en coche con aire acondicionado, que ni el perro ni yo estamos ya para subir cuestas sobre plomo derretido.
Como tengo buenos amigos en todos lados, uno de los muchachos de la Repsol que cobra gasolina, periódicos, pan, fruta, cacahuetes, vino, gasóleo, cambia monedas, vende fichas de lavado de coches, vigila que nadie se vaya sin pagar, cruza la calzada para llevarle cambio a la compañera de la gasolinera de enfrente y me da conversación, me preguntó por el nombre del concejal al que iba a retratar este lunes.
- ¿A quién le toca esta semana, Capi? Por cierto, te estás volviendo blando... Has dejado vivo al Cierco y al Tono Rueda...
- Bah, bastante tienen con lo que tienen... ¿Para qué les iba a dar leña...? Ya están bastante zurrados, los pobres, por el Equipo de Gobierno... No hay que achicharrarlos más. De todas maneras, ya les llegará su momento...
- ¿Y a quién le toca, entonces, esta semana?
- A nadie. Acabo de decidir que a nadie más. Me tomo vacaciones. Hace un calor del carajo, la vela y me retiro...
- Pero me dijiste que ibas a dejar lo mejor para el final... No puedes hacerme esto ahora
- Lo hago...
- ¿No te habrás acojonado, verdad? Porque quedan tres tenientas de alcalde (¿Se dice tenientas o tenientes?) Bueno, es igual, tres peces gordos (¿Se dice peces o pezas?) Qué lío con esta modernidad política de distinguir el masculino del femenino... Da lo mismo... El caso es que queda Susana Pérez Quislant, Isabel Pita, Isabel Gema González y, por supuesto, la señora Adrados, la alcaldesa... Mucha tela que cortar y yo te veo blandengue...
- También queda algún concejal más... Pero no me acojonan... Es que ahora, con La Caló y subiendo, no me pide el cuerpo entrar en guerra... Las dejo para el otoño...
- Bah... Yo creo...
- No creas tanto, que solo hay que creer en los Artículos de la Fe y en el Atlético de Madrid... y, anda, atiende la cola que te va a llegar hasta el Hipercor...
En ese momento, sonó un claxon que indicaba que nos habían venido a buscar por la forma en que el perro movía el rabo...
Y ya en el coche de vuelta a casa, fresquito, empecé a cavilar... Llevaba razón mi amigo multioficios... Me queda por retratar lo más mollar del Ayuntamiento...
Me queda Susana que empezó, hace unos meses, en primero de la EGB de la política y acaba de aprobar la selectividad... Me queda Isabel... Ay, Isabel, si Rafael de León volviera a la vida es posible que escribiera para ti la letra de su mejor copla. Me queda Isabel Gema y el análisis de esa raya tan fina entre el amor y el odio que nos separa... Y, por supuesto, me queda Paloma... La señora Adrados, como dice mi amigo el gasolinero... Una tormenta de verano... Catapum-pum-pum... Rayos, truenos y centellas... Granizo. Viento huracanado. Gotas de lluvia que duelen si te caen en la piel desnuda. Para, después, que reine la calma y se refresque el ambiente... 'Nihil violentum durabile', que decían los clásicos. Todo corazón.
En fin, que me queda tajo... Pero ahora va a ser que no. Hace mucho calor. Y, aunque el calor me gusta, prefiero vivirlo a la sombra de los cipreses de un monasterio cartujo con un botijito de agua de anís al lado... Es tiempo de silencio, vida contemplativa y, por la noche, a dormir con manta... Ya vendrá el otoño.
Capitán Possuelo.
*Este diario no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores ni de las de las cartas al director.
Escribir un comentario