El 'Concejal 26'
Por Pedro Delgado.
Vaya por delante que buscar fórmulas participativas nos parece un sanísimo ejercicio democrático por parte de los políticos que nos representan, y que tampoco ponemos en duda la mejor intención en este sentido del grupo socialista en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, pero...
La propuesta del "Concejal 26" para que un ciudadano intervenga en los Plenos municipales se presenta como una iniciativa aparentemente más cosmética que práctica, poco efectiva y un tanto oportunista, al albur de la (más que justificada) corriente escéptica que en los últimos tiempos objeta más que nunca la gestión en los despachos del poder.
Por otro lado, el sistema acordado en la Constitución (cuyo artículo 23 cita para argumentar su propuesta el PSOE) es, recordamos, un sistema representativo, regido principalmente por el voto en las urnas mediante el cual se designa quiénes han de administrar la "cosa pública", en sus distintos niveles.
De manera que al propuesto "Concejal 26", alguien debería de haberlo votado previamente... ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Para qué?
Sobre el quién y cómo... Se podrían elaborar unas listas de voluntarios y, por sorteo, por ejemplo, elegir al invitado a cada Pleno del Ayuntamiento. Lo cual semeja más un vulgar concurso de la TV (que ya sobran) que un respetable procedimiento democrático. Otra de las opciones para nominar al convocado sería elaborar un determinado orden a partir de asociaciones de vecinos, colectivos educativos y sociales, entidades culturales, clubes de fútbol... Tabla que, en todo caso, generaría (¡qué espanto!) intrincados debates preferentemente burocráticas para establecer el criterio adecuado.
En definitiva, muy complejo acertar con la fórmula del correcto nombramiento, el quién y cómo, del "Concejal 26".
¿Y para qué? Son tantos los mecanismos que permiten sondear la opinión de la calle que no se requiere, en ningún caso, sentar en un pleno a un sufrido ciudadano cuya aportación tampoco podría cambiar demasiado las decisiones, ni siquiera en caso de que se le otorgara un voto decisorio y no solo consultivo en el Pleno; lo cual devuelve a la consideración inicial que cuestionaba el acta del provisional edil, sin haber sido refrendado en los pertinentes comicios.
Habría que añadir que participar en un Pleno es justo lo contrario que ir como invitado al MIRA para asistir a cualquier sesión de ilusionismo a cargo del mago Jorge Blass o disfrutar de la función de "Hermanas", con Amparo Larrañaga & CIA... El interés de un Pleno, con muy pocas excepciones, a menudo oscila entre lo simplemente aburrido y lo verdaderamente horrendo. De manera que maldito favor se le haría al "Concejal 26", en todo caso.
Quedaría por determinar, todavía, el detalle de los emolumentos. Espinosa cuestión, porque, entre otras pegas, a la impagable contribución del ciudadano debería de corresponder, sin embargo, una remuneración por los servicios prestados... ¿De qué cuantía? ¿Con cargo a qué?
¿O planean recompensar al "Concejal 26" únicamente con la satisfacción por el deber cumplido? Porque, la verdad, nadie espera tal altruismo de ningún otro edil, del 1 al 25, de la corporación local.
Pedro Delgado es periodista
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