Pacto educativo
La propuesta de pacto educativo del Partido Popular ha provocado un cierto revuelo aunque no parece que vaya a pasar el filtro consensual de los trileros socialistas. Pretende reformar el actual sistema educativo público que resulta ya enormemente eficaz; no para aprender nada relevante sino para conseguir que la población repita con la mayor insistencia y convicción democrática los eslóganes que interesan al poder.
Las quejas de algunos docentes y padres respecto a él proceden del pensamiento tradicional que orienta la educación a interesarse por la verdad y busca hacer mejores personas, por eso resultan inadecuadas para evaluar la eficacia de esa correa de transmisión de la ideología socialista para la inserción de los seres humanos en el sistema de producción y consumo que interesa al poder político.
Estimo que la propuesta de pacto es inadecuada. Con él se conseguiría, en el mejor de los casos, que el nuevo gobierno se convirtiera en gestor de la educación... para favorecer los intereses del poder fáctico tan difícil o fácilmente reconocible (según el nivel cultural). Ese tolerante poder mafioso no va a permitir nunca que la libre elección del modelo educativo sea contraria a sus protervos intereses.
Mientras no tengamos dos, o más, sistemas educativos diferenciados no podemos elegir con libertad ni comparar. No sabremos, por ejemplo, si es mejor estudiar religión católica moralizante y personalizadora o las prácticas sexuales socialistas para animalizar a los seres humanos y hacerlos genéricos. Parecería razonable que el Partido Popular propusiera entonces un sistema educativo alternativo al socialista vigente pero comprendo que el condicionante que el poder oculto ejerce sobre él lo impide.
* Juan Antonio Martínez Muñoz es profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.
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